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Madre para toda la vida

  • 1 mayo, 2015
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Fuente: Pinteret de Yendry Figuereo Hay roles que son para toda la vida, y uno de ellos es ser madre. Una vez que empezamos ese rol, no hay vuelta atrás. Pero hasta dónde se permite que las madres intervengan en la vida de nosotros, cómo le ponemos límites.

La psicóloga clínica y magíster en Sexualidad Humana, Priscilla Valenzuela Capellán, manifiesta que es importante que las madres eduquen a sus hijos de acuerdo a la etapa de vida que tienen en ese momento. Es decir, cuando las madres se encuentran en la etapa de hijos pequeños es el momento de protegerlos, alimentarlos, bañarlos e incluir a los abuelos en el proceso de desarrollo de los mismos. A medida que estos crecen, debemos ir enseñándolos a hacer las tareas personales y del hogar por sí mismos para que vayan adquiriendo independencia.

Fuente: Pinteret Pink PhotographyValenzuela Capellán dice que como madres debemos ser capaces de reconocer la etapa de crecimiento de nuestros hijos/as, y tener claro que a veces tenemos niños/as en etapa preescolar y jóvenes en etapa universitaria. Por lo que debemos ir desarrollando la capacidad de autonomía e independencia de los mismos según corresponda. Cuando esto no ocurre así, ellos mismos van demandando a sus padres que necesitan privacidad, tomar sus propias decisiones y aprender de sus errores.

¿Cómo podemos enseñar a nuestras madres hasta dónde pueden intervenir?

Fuente: Madres e hijas Por Laura Alcaráz



En la medida que vamos creciendo y nos vamos haciendo adultos, el ser capaces de tomar nuestras decisiones y sostenerlas aunque nuestra madre no esté de acuerdo es lo que va enseñando a nuestros padres que hemos crecido y es momento de dejarnos decidir aunque les cueste, expresó la psicóloga.

Aquellas madres que desde pequeños han tenido una sana relación con sus hijos, dando amor y apoyo, pero también valorando la independencia, van a ser capaces de respetar las opiniones de sus hijos cuando lleguen a la vida adulta, aunque no siempre estén de acuerdo con ellas. Pero aquellas madres sobreprotectoras, que siempre tomaron las decisiones por sus hijos, que sienten que ellos no han crecido todavía o no tienen otras actividades en qué centrar su tiempo y sus esfuerzos (una pareja, trabajo, relaciones de amistad, pasatiempo) son las que van a involucrarse de manera frecuente en la vida de sus hijos, impidiendo que estos sean capaces de diferenciarse de sus progenitores y poder desarrollarse de forma independiente.

Fuente: Web madre-e-hija

La experta en la conducta aclara que cuando se trata de la relación de pareja es importante que cada miembro entienda que lo más significativo es preservar su relación de pareja, y que es una relación privada entre los dos. Es a los miembros de la pareja a quienes les corresponde decidir el curso de su relación. Es importante poner límites claros a los padres desde el momento del noviazgo, haciéndoles entender con amor, pero con firmeza, que no pueden intervenir en su relación.

La Lic. Priscilla Valenzuela Capellán cita algunas maneras para establecer límites con nuestras madres:

  • Cuando se conversan temas sensibles, tratar a nuestra madre con cariño e intentar evitar discutir. Si es necesario despídete de ella y retírate e intenta volver a tocar el tema en otro momento, en que se esté con más calma y disposición a escuchar.
  • Indicar a la madre que valoran y respetan sus opiniones, pero tú te vas a poner de acuerdo con tu pareja para elegir.
  • Preservar siempre el tiempo juntos de pareja y elegir entre los dos el tiempo que comparten juntos, o por separados, con sus respectivas madres.
  • Vivir solos e indicar siempre que deben llamar y avisar para las visitas, pues ustedes tienen compromisos y quizás no los puedan atender. Si por alguna razón deben vivir en la misma casa, entonces preservar el espacio de su habitación y su tiempo como algo privado.
  • Motivar a tu pareja a tener una buena relación con tu madre, evitando las comparaciones y sin forzar la relación. Recuerda que con el tiempo es que se forjan los lazos de unión.
  • Escuchar las opiniones de tus padres es siempre algo importante y que aporta por su experiencia, pero luego debes ponerte de acuerdo con tu pareja sobre cuál es la decisión final a tomar.
  • Con respecto al trato con los hijos, recordar que las abuelas están para consentir, mimar, y dedicar todo el tiempo que muchas veces como padres no tenemos. Es a los padres que les toca educar y poner límites y normas a los hijos.
  • Si hay alguna conducta que quieres reforzar en tus hijos, pedir a la abuela con amor y firmeza que siempre la corrija, pero no dejar la educación de tus hijos a su cargo. Otra manera de manejar las situaciones de tus hijos es apoyándote en la opinión del pediatra o maestra y aclararle a las abuelas que la elección se hizo consultando a estos especialistas, de forma que tenemos la opinión de un profesional que nos da soporte a la decisión que como padres elegimos.

Recuerda que ella siempre te verá como su pequeño niño/a, pero has crecido, y solo con amor, paciencia y mucho tacto, podrás llevar esta relación que es para toda la vida.

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Salud

Contextura versus cintura

  • 4 diciembre, 2013
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‘Todo en exceso hace daño’. Así reza el dicho que aplica para todo tipo de situaciones, sobre todo cuando de nuestra salud se trata. ¿Conoces cuáles son los límites de tu organismo para decir que llevas una vida saludable? La aceptación y el compromiso, son claves que te permiten no cruzar la fina línea de la obsesión por estar en forma o tener el cuerpo ideal más allá de tu contextura física.

Contextura versus cintura

La nutrióloga Amarilis Germán nos dice que la contextura, figura corporal de una persona, «depende mucho de la estructura ósea de cada quien (pequeña, mediana o grande) y que influye en el peso corporal». No puedes ponerte una meta inalcanzable. Tu cintura no es la misma que la de la fotografía que te inspira a hacer tus rutinas.



Al momento de hacer un compromiso de aumentar o bajar de peso, lo primero es que debemos aceptar nuestra contextura corporal, «si no lo acepta esto puede traer trastornos psicológicos. En ese caso recomendamos una consulta con un psicólogo quien le pueda ayudar a aceptarse a sí misma».

El límite lo dicta la fórmula: salud emocional, ejercicio y alimentación

Estar en salud, en forma y bien nutridas, significa llevar un estilo de vida saludable:

– Alimentarnos a base de nutrientes como hidratos de carbono, proteínas, grasas, vitaminas y minerales. Éstos están presentes en los cereales integrales, víveres, carnes, leche y sus derivados, granos (habichuelas, gandules, garbanzos) vegetales, frutas de la estación  y alimentos fortificados.

– Estar en constante actividad física, por lo menos tres veces a la semana, con una duración de 30 a 45 minutos, trae beneficios para la salud y aumenta tu expectativa de vida. Puedes caminar, realizar aeróbicos o ‘cardio’ al aire libre, bailar zumba o realizar rutinas en el gimnasio. 

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– No olvides cuidar tu salud emocional, pues es lo que nos mantendrá animada y preparada para afrontar cualquier situación de la cotidianidad.