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Decido perdonar…

  • 1 agosto, 2015
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Perdonar

Hoy quiero andar ligera de equipaje y libre; por eso dejo atrás los que originaron cualquier herida que pueda tener guardada en mi corazón y sencillamente… perdonar.

¿Qué es perdonar? Es ejercitarnos en el amor, es ir mas allá de nuestro orgullo y humildemente aceptar las limitaciones de los demás, como ellos en su momento, también han tenido que aceptar las nuestras.

Perdonar, es entender que los otros no son infalibles, que se equivocan… como yo.



Regalo perdón a todos aquellos que me han provocado lagrimas, enojos e incomodidades. A cada uno de ellos, les digo que mas allá de mi sentir, está el deseo y la decisión de darles amor. Ese amor que no busca razones, sino que busca darse; ese amor que no contabiliza lo recibido, sino que se basa en lo que puede ofertar y dar; ese amor que Dios me da.

Pero la libertad que busco es una calle que se transita en doble vía… también pido perdón. A cada una de las personas que se han sentido ofendidos, decepcionados, lastimados por mi, solo les pido que me perdonen, que me regalen ese amor que transciende nuestro limitado accionar humano. Y que al perdonarme… me brinden otra oportunidad. La oportunidad de mostrarles una mejor versión de mi.

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El Efecto de la Percepción

  • 2 junio, 2015
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Percepcion

Siempre recuerdo que en mis años de adolescencia una noche me desperté y vi una figura tenebrosa a través del cristal de la ventana. La angustia me invadió a tal punto que no me animaba a moverme para que ese ser siniestro no se diera cuenta que lo había descubierto y buscara la manera de entrar a mi habitación y hacerme daño.

Cerraba los ojos, tapaba mi rostro con la sábana. Mi respiración se agitaba, podía escuchar los latidos acelerados de mi corazón asustado y de vez en cuando, con mucha discreción volvía a mirar… Me di cuenta que parecía tener un sombrero. La tercera o cuarta vez que osé mirar, noté que su nariz era bastante pronunciada y que cuando yo lo miraba, él parecía presentirlo porque iniciaba un movimiento rítmico como si se fuese a lanzar hacia la ventana, pero permanecía ahí, en el mismo lugar. Cuánto miedo… Pensé tantas cosas: que era un maniático, un asesino en serie, un ladrón.

Y así fue pasando la madrugada, hasta que por fin llegó el amanecer. Lentamente me decidí a mirar y ver con más claridad ese delincuente y… gran sorpresa: ¡era una rama! Una rama que toda la noche danzó con el viento, lo que creí un sombrero, eran muchas hojas unidas en diversas direcciones en la parte superior.



Fue grande el impacto y mi sorpresa. Perdí mi sueño, me alteré, me angustié… ¡por una rama!

Ese día conocí el efecto que tiene en nosotros una «percepción». Ese dar por sentado lo que creemos sin cuestionamiento y en base a eso dar rienda suelta a un caudal de emociones, me sirvió de aprendizaje.

A veces me sorprendo sintiéndome mal o angustiándome por “ramas” que he interpretado de mil maneras.

Y tú… ¿acaso no estás llorando por una infidelidad que imaginas, una traición que sospechas, un engaño que vislumbras, etc., etc., etc.?

No dejes que ninguna «rama» te altere la vida ni te robe la paz. Enfrenta lo que ves, confronta sin miedo tus creencias, llena de luz la oscuridad que envuelve tus percepciones y verás que al acabarse la sombra descubrirás o la rama o el ladrón, pero ya no habrá percepción, será la realidad y con ella tendrás que aprender a lidiar.