Conmigo

Saber decir ‘no’

  • 2 enero, 2015
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NO1Tu cuñada te pidió que ayudes a sus hijos con su tarea porque eres muy buena en matemáticas, tu jefe te pidió que le dieras una mano con su trabajo de consultoría fuera de la oficina (te dijo que después te pagaba), tus amigos quieren que lleves el soufflé de maíz a cada juntadera, y tus compañeras de trabajo te piden ayuda cada cinco minutos.

Nunca dices que no, pero ya no respondes igual. Cada vez que vas al asiento de tu compañera a ayudarle con alguna tarea (que ya le has explicado cómo hacer cinco veces ese día), le respondes de mala gana. Sigues cocinando para tus amigos, pero estás empezando a notar que todos se sirven demasiado y se acaba muy rápido, y los resientes por ello.

Nunca dices que no. Pero al final del día estás cansada, molesta y resentida con tu jefe, tu cuñada y tus amigos. ¿Por qué no se dan cuenta que se están aprovechando de ti?

Probablemente porque no se lo dices. Si eres de esas personas que se siente culpable al decir no, probablemente tengas una naturaleza muy considerada. No tiendes a pedir favores de la misma forma, ni con la misma frecuencia, que te los piden a ti. No te gusta parecer que te aprovechas de la gente.



Eso es muy noble de tu parte. El problema está en asumir que los otros serán como tú. El problema es esperar que otros sientan que no estás de humor para hacer algo. Lo único que se puede asumir de los otros es que respeten las decisiones que comuniques. 

Así que empieza a decir que no: “No, esta noche no puedo llevar la ensalada.”, “no, tengo que terminar mi trabajo primero.” O mejor aún, “no” y ya, sin excusas.

Si te hace sentir culpable decir que no, si sientes que estás decepcionando a esas personas, piensa lo contrario. El no tiene el poder mágico de salvar tus relaciones (removiendo expectativas), marcar límites y conservar tu estabilidad mental.

Manuel J. Smith, ph.D y autor de “Cuando digo que no, me siento culpable” promueve la asertividad como herramienta principal para tener mejores relaciones en la que ninguna de las partes use los favores que se hacen (o se dejan de hacer) como condicionantes de la relación.

“Tienes el derecho a no dar explicaciones, ni ofrecer excusas por tu comportamiento” dice Smith en su Carta de Derechos Asertivos, y tienes el derecho de decir que no, sin sentirte culpable.

Bienestar

Entre dos ofertas de trabajo

  • 26 enero, 2014
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El que dice que es suertudo/a  aquel al que le toca elegir entre varias ofertas de trabajo, nunca ha tenido varias ofertas de trabajo. Es una situación que demanda mucho a nivel mental y emocional, pues es una decisión con el potencial de estancar o avanzar tu carrera profesional.

Así que no estás sola/o si estás comiéndote las uñas porque no sabes qué oferta de trabajo te queda mejor. Y lo mejor, hay formas de hacer más fácil tomar esa decisión:

Piensa que en realidad sí tienes mucha suerte: hay que admitirlo, en un país donde la tasa de desempleo es de un 14%, verte en la posición de rechazar trabajo es señal de que vas por buen camino (algo estás haciendo bien). Entender esto es importante para evitar tomar decisiones apresuradas o motivadas por las razones incorrectas.



*Por ejemplo, una razón incorrecta sería irse por el ‘prestigio’ de la empresa. Si sólo estás considerando una de tus ofertas porque se trata de un sitio conocido, no porque te gusta la posición disponible, puede que lamentes esa decisión en poco tiempo.

Elige lo que te conviene: la revista financiera Kipling exhorta a pensar en más que el salario a la hora de elegir un empleo. No se trata sólo de cuál ofrezca más, sino de cuál vaya mejor con tu estilo de vida.

*La locación es importante cuando piensas en la relación salario-gastos de transporte, y también lo son el área donde se encuentra, el ambiente de trabajo y los beneficios a largo plazo que ofrecen. Cuando tomas estos en cuenta, importan mucho más que la cantidad de ceros que habrá en tu cheque mensual.

Sigue tu instinto: si cierras los ojos, ¿dónde te imaginas trabajando? La visualización es clave en la toma de decisiones. En alguna parte de ti, es probable que ya sepas cuál oferta quieres aceptar, pero te sientes insegura/o porque temes que dejar de lado el otro signifique perder un chance o cerrar una puerta.

¿Y qué si se cierra? No porque las puertas están ahí debes pasar por todas ellas. A la hora de tomar una decisión tan importante como el camino que transitará tu vida profesional, vale más lo que te diga tu instinto que cualquier consejo: sólo tú sabes lo que quieres.