Viajando de época en época y transformándose en cada paso, el pañuelo es uno de los accesorios más atemporales que se siguen llevando en la actualidad y que se ha resignificado a través del tiempo. Tan simple como parece, tiene como misión elevar cualquier atuendo, por más sencillo que sea.
Recuerdo que mi abuela tenía un pañuelo morado que usaba sobre su cabello solo para dormir. Ahora, yo tengo varios de colores llamativos que también uso en el cabello para salir, como un accesorio protagonista. Esto es una muestra de que las prendas de vestir pueden transformarse y cobrar nuevos significados.
Versátil y cargado de historia, el pañuelo ha pasado de ser una señal en el inicio de combates a convertirse en un símbolo de elegancia. Los aristócratas lo adoptaron como distintivo de prestigio y, para los años 60, todo hombre que se considerara verdaderamente elegante llevaba uno en el bolsillo izquierdo de su chaqueta o pantalón. En 1937, la casa de moda Hermès diseñó su primer pañuelo, conquistando a las mujeres francesas de la alta sociedad. Lo lucían en el cuello o en la cabeza, al estilo inconfundible de la Reina Isabel II.
La generación Z se ha encargado de reinventar este accesorio, explorando cada uso posible. Ahora lo llevan como top en días soleados, como banda en la cabeza, atado con un lazo a la cartera y anudado al cuello. Incluso, este verano se impone llevarlo en la cintura, simulando la extensión de un cinturón.
Versátil y atemporal, el pañuelo sigue siendo la pieza estrella que resurge en cada verano para añadir un toque de creatividad y elegancia a cada look.
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