Vivencias en el trabajo
Es normal tener diferencias con nuestros compañeros en el trabajo. Por más que lo intentemos no podemos llevarnos bien con todo el mundo. Siempre habrá alguien que sentirás que retrasa el trabajo en equipo, o de quien te sientes celosa (o que está celosa/o de ti), o que insiste en preparar el café aunque no tenga ni la más mínima idea de cómo medir cuánta agua debe ponerle.
Sin embargo, cuando la persona con quién no logras llevarte bien es tu superior, la dinámica de trabajo, y tu bienestar emocional, pueden verse severamente afectados.
Cuando Lisa (cambiamos su nombre para proteger la identidad -y las oportunidades de trabajo- de nuestra confidente), trabajó como arquitecta asistente para una firma joven luego de salir de la universidad; su jefa la llevó al límite. Mireya (nombre ‘cariñoso’ también inventado) tuvo una actitud altanera y expectativas inalcanzables que terminaron espantándola.
Burros hablando de orejas
Lisa cuenta que una de las peores cosas que le pasó fue que la avergonzó frente a un cliente. En uno de esos malos días en que hasta las máquinas se vuelven enemigas, Mireya, reunida con un cliente, le pidió que le entregara un reporte.
¿Cómo lo pidió? Gritando desde su oficina. Con el cliente al frente.
Ese día, Lisa dice que la impresora se había combinado con Mireya para hacerle la vida difícil y no podía sacar el informe. Mireya, con el cliente en frente, seguía llamándola insistente y sin ninguna cortesía, Lisa explicó por qué se tardaba como pudo, también desde su oficina.
Lo peor que pasó fue que cuando el cliente se retiró, Mireya le llamó la atención a Lisa por ‘alzar la voz’ con clientes presentes. Le dijo que había otras formas.
No fueron casos aislados, Mireya programaba reuniones a último minuto y esperaba que Lisa pudiera estar y no remuneraba las horas extras que trabajó durante muchos fines de semana y después del horario laboral. Llegó a decir que Lisa sólo era buena “durante las horas laborables”, porque como les pasa a muchas jefas y jefes, entienden que le hacen un favor a las empleadas(os) cuando las contratan, y que éstas deberían estar agradecidas con ese ‘acto de bondad’.
Una lección aprendida
Lisa lo manejó como pudo, se mantuvo respetuosa hacía su jefa, y reclamó sus derechos, pues entiende que no podía dejarse pisotear. Pero no resistió el maltrato mucho tiempo. “Un jefe o jefa debe ser un equilibrio entre líder y buen compañero de trabajo, siempre manteniendo el orden y el respeto”, comentó Lisa. Cuando no es así, quienes trabajan para ellas(os), dejan de sentirse parte del equipo y de identificarse con la misión de la empresa.
Renunció antes de cumplir el año trabajando. No podemos decirte que lo intentó todo–aunque se esforzó bastante–pues sólo sabemos uno de los lados de la historia. Tampoco decimos que si estás en una situación parecida, deberías hacer lo mismo. Expertos dicen que antes de tomar cualquier decisión, se debe pensar en qué imagen podrías estar proyectando que está causando esa respuesta negativa de tu jefa o jefe, e invitan a pedir retroalimentación directamente.
Si no funciona en ese trabajo, hay que llevarse ese aprendizaje a proyectos futuros. Eso hizo Lisa, quien no se arrepiente de su experiencia pues ahora sabe exactamente qué tipo de jefa no quiere ser.