Santo Domingo.- Meghan y Harry, Shakira y Pique, Liam y Miley… el cúmulo de información y noticias que absorbemos a diario sobre celebrities couples muchas veces excede lo que nuestro cerebro -y paciencia- puede soportar. Sin embargo, no debemos olvidar la razón la razón por la que estas
conversaciones perpetúan su vigencia en el tiempo y siempre ocupan el reflector:
Nosotros mismos
Como vecinitas chismosas, todos somos culpables de emitir un comentario (o dos, o tres…o
cuatro) sobre parejas de famosos.
CLARA-mente, este comportamiento tiene razones que se traducen a nuestro comportamiento interminable de panel de opiniones en las redes sociales, y debemos preguntarnos ¿Por qué la vida amorosa de las celebridades nos interesa tanto como para dominar nuestra conversación en
en nuestras redes sociales?
Son nuestro cuento de hadas moderno
En nuestra infancia, teníamos a Cenicienta, La Sirenita y demás princesas de Disney. Ahora
tenemos a las mujeres famosas que seguimos y sus “otras mitades” que retratan la foto perfecta
del principe y la princesa enamorados que una vez vimos en las películas.
Pecamos de ver a las celebridades como figuras irreales, personajes construidos por una
necesidad de nuestra sociedad de tener algo (o alguien) perfecto por lo que apoyamos sus
relaciones esperando que se conviertan en parte de nuestra fantasía, nunca queriendo que el
cuento de hadas que esperamos y armamos en nuestra cabeza termine con algo que no sea el
“felices para siempre”.
Idealizamos a las celebridades, nos influencian…¿Y a nuestras relaciones?
Cuando parejas de famosos terminan, hay una oración que pondera en las secciones de comentarios de las revistas de farándula:
“Oficialmente dejé de creer en el amor”.
¿Por qué? Porque nos encanta poner a personas que no conocemos -pero admiramos- en un
pedestal. Queremos pensar que alguien que ha alcanzado “la fama y el éxito” solo tiene
momentos buenos y carece de problemas. Ejercen un nivel de influencia tan grande en nosotras
que, cuando bautizamos a la nueva #PowerCouple, buscamos emularlos en todo lo que
podamos. Pero desde que sus relaciones fracasan, empezamos incluso a buscar similitudes en
las nuestras porque “si lo de ellos no funcionó, qué nos espera a nosotras” esta frase es prima
hermana de la infame, polémica y desacertada “Si a ella le pegaron los cuernos, que será de
nosotras las simples mortales”
Ven a dónde voy con esto, ¿Cierto?
Hablar de otros es nuestro escape
Cuando no queremos arreglar el cuarto o empezar ese trabajo cuyo deadline se acerca, ¿qué
hacemos? Pasar horas muertas frente a las pantallas de nuestros celulares revisando nuestras
redes. Preferimos enfocarnos en la nueva foto que subió Piqué que en realizar nuestros deberes o
hacer cosas que de verdad nos generen un beneficio. Comentamos, discutimos, armamos
paneles completos que pueden durar días y ¿para qué? Muy probablemente para echar a un lado
lo que sucede en nuestras vidas, porque lo que sucede con Meghan y Harry nos entretiene ¡Y aún
mejor! No es nuestra responsabilidad.
Todavía hay páginas que se dedican a añorar el recuerdo de lo que fue la toxiquísima relación de
Justin y Selena, porque siempre será más fácil dedicar tiempo a distracciones en nuestras
mentes que trabajar lo que sea que quede pendiente dentro de nosotros mismos.
En fin, la próxima vez que el amor (o desamor) de los famosos acapare nuestras pantallas, quizás
no debamos invertir caracteres en anunciar lo cansados que estamos sobre eso (porque adivina,
estás participando igualito de la conversación) y escoger entre dos opciones: Hacer de la vista
gorda, siguiendo tu camino o devolverte a este artículo y encontrar la razón por la que tanto te
interesa.
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