Mi nombre es Keeren Payano y soy mamá de un bebé de 2 meses y 3 semanas. Su nombre es Ian Andrés. Ser mamá a los 32 años, emprendedora y esposa es una elección que viene con sacrificios llenos de mucho amor. Soy consciente de ello y por eso lo vivo con entusiasmo todos los días.
Mamá primeriza
Precisamente en este mes que celebramos “La Lactancia materna” quiero contarles mi experiencia como madre primeriza. Tuve la dicha de elegir una pediatra excepcional, que me acompañó el día del parto con el objetivo de ayudarme a lactar correctamente desde el día uno. Ella, luego de limpiar y pesar a mi bebé, lo acercó al seno y mi bebé se pegó con éxito desde el principio. El famoso «agarre correcto”.
Sin embargo, al llegar a mi casa no tenía a la doctora a mi lado, por lo que el “agarre correcto” se debilitó con los días, horas y segundos, causando grietas en mi pecho. Todo esto acompañado de un dolor inmenso que se me hacía casi imposible pegar a mi bebé.
Me hubiese gustado que me dijeran la verdad, que lactar era un proceso que conllevaba un trabajo arduo que terminaba siendo hasta cruel, desde el punto de vista de mi cuerpo. Que el bienestar de mi bebé dependía de una fuerza sobrenatural de mi parte.
Es un sacrificio dulce porque quien lo recibe es el fruto de tu vientre, ese bebé hermoso que viene a cambiar tu vida. Es un sacrificio, porque el proceso no es un caramelo, es difícil y puede llegar a ser traumático si no buscas la ayuda adecuada.
A las dos semanas de estar lactando busqué ayuda profesional para que me colaborara a pegar a mi bebé de la forma correcta. Todo fue prueba y error hasta que aprendí a hacerlo sola. Gracias a mi valentía y fuerza mi bebé se alimenta de leche materna de manera exclusiva.
Quiero decirles a todas esas futuras madres que se puede lograr pero que el camino puede ser muy doloroso. También quiero añadir que, si decides no lactar por cualquier razón, no te sientas mal, tu bebé más que leche materna necesita tu mente y tu corazón en la mejor disposición para amarlo y cuidarlo.
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