Quizás suene un poco tonto estar triste porque no tendré una graduación, cuando mi país y el mundo está en pausa total debido al coronavirus, con personas asustadas, gente enfermándose y muriendo.
Pero, creo que mientras entiendas por qué tu graduación está cancelada o suspendida, y practiques las medidas de distanciamiento social para ayudar a combatir el virus, está bien estar triste. Después de todo, llevas esperando ese gran día, rodeados de tus compañeros de carrera, de tu familia, recibiendo tu título, cementando eso que ya sabes, pero se hace oficial.
Eres una licenciada. O licenciado, si eres chico y estás leyendo esto.
En fin, está bien estar triste. Está bien sentirse decepcionado por no poder celebrar, usar ese outfit que estabas planeando (y que quizás compraste, como en mi caso *llora*) y todos esos sentimientos de impotencia ante la situación actual, por lo que, permítete sentir todas esas emociones.
¿Sabes por qué? Porque como dice mi frase motivacional favorita:
Esto también pasará.
Por lo que tendremos ese momento, en el que compartiremos con nuestros compañeros, celebraremos con la familia y disfrutaremos de la investidura, de este hito tan importante.
¿Y por qué una graduación es tan importante?
Saben, creo que se trata de cerrar ciclos, como me había comentado una amiga. La graduación te da ese sentido de «esta etapa terminó» y sientes que puedes seguir adelante con otras etapas de lleno. Es decir, enfocarte en tu trabajo, cultivar habilidades y aplicar los conocimientos que adquiriste, seguir aprendiendo en otro ámbito diferente al universitario.
Obviamente no es necesario una graduación para tener todo esto, pero en nuestra cultura estamos acostumbrados a tener graduaciones y celebrar el cierre de una etapa que tomó varios años de tu vida, que implicó tiempo, esfuerzo, recursos monetarios y ni hablar de tu estado emocional y mental.
Al final de nuestra vida universitaria (por lo menos, de grado) no somos los mismos. Iniciamos probablemente apenas adultos — yo tenía los 18 recién cumplidos. Recuerdo como ahora, me gradué del colegio un sábado y ya el lunes estaba iniciando en la universidad.
No me consideraba una adulta en verdad. Era un pinito🌲 de la cabeza a los pies, jaja. Pero las experiencias de la universidad (y de la vida al mismo tiempo) se encargaron de forjarme en el adulto más o menos funcional que soy hoy.
Descubrí muchísimas cosas sobre mí, interactué con todo tipo de personas, salí de mi zona de confort, lloré, reí, me enojé, y todo valió absolutamente la pena, porque conocí personas increíbles y valiosas que son mis amigos, confirmé lo que me apasiona y lo que quiero hacer toda mi vida, por lo que sí…
Una graduación para celebrar todo eso, sería encantador.
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