Fabricado a partir de petróleo, se trató de un invento revolucionario porque ahorraba costes a los emprendedores y empresarios, era fácil de moldear y era un nuevo aislante eléctrico o impermeable. Esa es, en resumen, la historia del plástico. El mismo material que hoy en día está causando grandes daños a nuestras playas y medioambiente.
Lo peor es que, cada vez es más difícil prescindir de él porque todo parece estar hecho con esto. Incluso, cuando compras algunas cosas de vidrios, sus tapas ¡son de plástico! Pero, ¿cuál es el show con usarlo? Sencillo: a diferencia de otros materiales como la madera, tela o papel; el plástico es un residuo que no es biodegradable, por lo que no puede ser asimilado por la naturaleza. Míralo de esta forma: mientras una lata de aluminio tarda 10 años en biodegradarse, una bolsa de plástico de fino grosor tarda más de 150 años.
Es tal así que, las cifras apuntan a que cada año cerca de un millón de aves marinas e innumerables peces quedan atrapados en residuos plásticos… al punto que, de acuerdo con una investigación hecha por el Washington Post, si no se realizan cambios “para 2050 habrá más plástico que peces en los mares del mundo”.
Por eso, desde 2011 existe la campaña “Plastic Free July”, impulsada por el Departamento de Medioambiente y Conservación de Australia, que busca recordarnos que es cierto que no podemos cambiar nuestros hábitos de la noche a la mañana, pero sí podemos hacer pequeños cambios que pueden aportar a cuidar más la tierra.
A fin de cuentas, es como dice Evo Morales: “Tarde o temprano tendremos que reconocer que la tierra tiene también el derecho de vivir sin contaminación. Lo que el ser humano debe saber es que no pueden vivir sin la madre tierra, pero la tierra puede vivir sin humanos”.
¿Qué indica que el asunto es grave? Bueno, que algunos países como Francia prohibieron desde 2015 la entrega y/o venta de bolsas plásticas no biodegradables en supermercados o como Irlanda que desde el 2002 implementaron el PlasTax, un impuesto del 20% sobre las compras, que se aplica a los usuarios de bolsas plásticas.
Entonces, ¿qué puedes hacer para ser parte de impulsar esta concienciación colectiva? Hay algunas acciones sencillas. Por ejemplo, empieza por enlistar y sacar de tu vida cosas que no necesitas aunque creas que sí:
El sorbete
¿Por qué usarlo si puedes beber directamente del vaso?
Razón de cambio: Suelen incrustarse en la garganta o nariz de muchos animales acuáticos.
Fundas de plástico
En los supermercados locales, aparentemente las fundas sobran. A veces, te colocan un solo artículo en dos de ellas. Pero, la verdad es que no necesitas acumular tantas… Razón de cambio: la vida útil de una bolsa apenas pasa de 10 minutos, pese a que el petróleo usado para crear 14 bolsas de plástico podría llenar un tanque de gasolina de un carro.
Dile adiós al chicle
¿Sabías que cuando estás mascando chicle, realmente estás mascando plástico? La mayoría están hechos de polisobutileno, lo mismo que te encuentras en el tubo interno de las ruedas de bicicleta.
Razón de cambio: cada año, en el mundo se gastan más de US$19.000 millones en gomas de mascar, pero buena parte de ellas terminan pegadas al suelo, de acuerdo con la BBC.
Mecheros de plástico
¿Quieres una razón poderosa para hacerlo? Muchos de estos artefactos se han encontrado en los estómagos de mamíferos marinos.
Si quieres cambiar tus hábitos ante el plástico, pues aprovechar iniciativas como la que está haciendo la Fundación Basura Cero, una organización que se ha propuesto derribar el concepto negativo que hay entorno a la palabra basura, para cambiarlo por algo positivo. “Estamos botando nuestros recursos, desperdiciando materiales que podemos utilizar… todo tiene valor y todo es posible recuperarlo”. Por eso su lema es: “La Basura no existe”, con el que tratan de plasmar todas sus actividades y cursos online tipo “¿Cómo vivir Basura Cero?”… Si te gustaría tener más información al respecto, puedes visitar su página web.
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