Etiqueta: conductas
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Incluso teniendo todas las herramientas, muchas veces se presentan conflictos que nos hacen perder el control, que no sabemos cómo manejarlas en el momento. Sobre todo, cuando se es padre o madre, escenario dónde hay muchas veces violencia tanto física como emocional y los infantes manifiestan su dolor, su miedo y su rabia a través de su conducta.
Existen tres claves generales que tenemos que recordar en todo momento:
1. Sin importar los motivos, observar siempre las conductas de los niños, niñas y adolescentes como manifestaciones de ese daño que pueden provocar los padres (física, emocional, negligencia…) y no como conductas provocativas de agresión hacia nosotros.
![peleas con los hijos](https://cdn.revestida.com/wp-content/uploads/2021/03/30112215/Captura-de-Pantalla-2021-03-30-a-las-11-compressed-1024x663.jpg)
2. Debemos de tener siempre pendiente que las emociones son contagiosas. Cuando estamos en presencia de un niño, niña o adolescente enfadado o asustado es muy fácil adherirnos de su emoción y acabar gritando cuando alguien grita y en consecuencia generar conflictos. De la misma forma que se nos contagia una carcajada o se nos achica el corazón viendo a una persona llorar con mucho sentimiento. Controlar una conducta difícil del niño, niña o adolescente requiere en PRIMER LUGAR Y SOBRETODO controlar nuestras propias emociones.
![conflictos con los hijos](https://cdn.revestida.com/wp-content/uploads/2021/03/30112252/Captura-de-Pantalla-2021-03-30-a-las-11.14.29-a.-m..png)
3. Cuando el enojo del niño, niña o adolescente se expresa de forma explosiva es preciso entender lo siguiente. Los seres humanos tenemos tres niveles de procesamiento:
-El cerebro racional, que lo llamaremos cabeza o cerebro superior, que nos ayuda razonar, pensar y planificar.
-El cerebro emocional, que estabiliza nuestras emociones y las que podemos imaginar en el corazón.
-Por último el cerebro más instintivo primitivo, el que nos sirve para protegernos y sobrevivir. Lo ponemos en acción cuando sentimos miedo, podemos imaginarlo en las en las tripas.
![reconciliación con hijos](https://cdn.revestida.com/wp-content/uploads/2021/03/30112446/Copia-de-Captura-de-Pantalla-2021-03-30-a-las-11-compressed-1024x687.jpg)
Sobre el autor
Lic. Anderson Batista, psicólogo clínico. Experto infantojuvenil, con especialidad en psicoterapia familiar y crianza positiva. Forma parte del equipo de psicoterapeutas del Centro Integral Lotus.
Sobre el Centro Integral Lotus
Es un espacio para el bienestar integral del individuo y la familia. Brindan asistencia, evaluación y apoyo en las distintas etapas evolutivas de la persona y el núcleo familiar. A través de un equipo multidisciplinario ofrecen servicios de psicoterapia familiar, infanto- juvenil, individual y parejas. Contactos: [email protected]
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Cuando hablamos de relaciones, sentimientos en común y vida en pareja, el corazón no se define como ese órgano imprescindible que bombea sangre por todo nuestro cuerpo, sino como una metáfora asociada con la pasión, los sentimientos, a la piel erizada y a las sonrisas involuntarias que provoca esa persona en nosotras. Por eso, nos planteamos esta pregunta: ¿Amamos con la cabeza o con el corazón?
El psicólogo Víctor Alvarez, docente de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) interpreta las palabras corazón y cabeza por «Amor pasional y Amor racional»:
«Amor pasional existe en el ‘corazón’, ya que ciega tu razón y te hace ver el mundo a través de los ojos de tu pareja, mientras que el amor racional (con la cabeza), es más firme, cambia con el tiempo y no se limita al cuerpo, sino a intereses comunes, a afinidad de gustos, igualdad y/o respeto de religión y otras características».
Otros autores de esta misma área consideran que «en el tablero de la psicología los sentimientos y la razón, juegan al ajedrez y son arbitrados por la cultura». (‘El Amor Inteligente: corazón y cabeza: claves para construir una pareja feliz’ de Enrique Rojas)
Hombres y mujeres respondieron a esta pregunta capciosa. Unos lo tomaron desde el sentido literal. Otros fueron más allá de la razón. El 90% de los hombres encuestados dijo que se ama con la cabeza (refiriéndose al cerebro), solamente uno dijo que se amaba con el corazón, «pues cuando nos enamoramos no pensamos». Un 60% de nosotras dijo que se amaba con el corazón (sentimientos). Un 20% afirmó que con la cabeza y otro 20% que amábamos con las dos: cabeza y corazón.
‘Biológicamente hablando’
El amor se encuentra en el cerebro, exactamente en el hipotálamo, zona que se encarga de segregar dopamina, una sustancia química natural, que nos impulsa a amar; a enamorarnos; a sentir corrientes en milésimas de segundo cuando estás frente a él o cuando recibes un detalle (sin importar la magnitud).
Si el cerebro nos ordena a amar es porque es una necesidad humana inevitable. Lo que nos lleva a la conclusión de que esta mezcla biológica, psicológica y cultural es una de las fuentes para sentir más importantes que puedan existir, sino pregúntenle a Darcy y a Lizzie (de la película Orgullo y Prejuicio).
Es una necesidad hasta cuando de su opuesto hablamos: el desamor. Pero ya esto lo hablaremos en otro artículo.
No podemos cerrar sin conocer tu opinión, ¿con qué amas tú: cerebro o corazón?
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