La mujer participa en diferentes escenarios, cada uno de ellos con un rol diferente con sus respectivas exigencias y responsabilidades. Desde el escenario familiar, social y laboral.
Lo primero que debemos entender es que, estos escenarios son interdependientes entre sí, y que el único que podemos mantener en privado es el familiar, el cual no solo se define por con quién estoy, sino también donde estoy. Por ejemplo, si estás cenando con tu pareja en un restaurante, estaríamos hablando de un escenario social, pues ya estamos expuestos a las miradas, opiniones y críticas de otras personas.
Así como podemos separar la vida familiar en la intimidad, la pregunta común es: ¿En qué momento puedo separar mi rol profesional del rol social? La respuesta es nunca. Es imposible separarlos.
El marco de cada profesión y posición trae consigo unas pautas de comportamiento, así como una lista de responsabilidades y restricciones que la sociedad espera que asumamos como parte de nuestro estilo de vida, de una manera natural, no como una carga. Esto acarrea la obligación de amoldar el comportamiento a un perfil determinado. Se espera, por ejemplo que un docente aplique lo que enseña, que un gerente de banco sea organizado en sus finanzas, que un abogado respete las leyes, que una entrenadora esté en forma, que una experta en belleza siempre esté bien arreglada.
Por lo que es muy importante asumir el rol que mejor encaje en el marco de tu personalidad, valores y creencias, pues al no cumplir con las expectativas externas de conducta estaríamos en una situación de conflicto de roles, lo que puede desencadenar en tensión de rol, incomodidad que se experimenta cuando se trata de cumplir con las expectativas de un rol.
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