Si bien es cierto que las redes sociales han llegado a brindarnos un estilo de comunicación más rápido, moderno y económico y que constituyen al igual una plataforma de acceso a información e interacción con personas a nivel mundial, no es menos cierto que muchas veces tanta accesibilidad puede resultar preocupante para los padres y peligrosa para los hijos, sobre todo si son menores de edad.
En estos días hemos visto cómo se ha estado hablando de contenido expuesto en Internet tanto en forma de retos que superan uno al otro en peligrosidad y de igual forma series de adolescentes que tienen como factor común el tema del suicidio, tema que en los últimos años ha tomado fuerza, ya que un alto porcentaje de personas que luego de consumar el hecho han dejado algún vídeo o mensaje que a su vez ha sido difundido por las redes sociales; es importante destacar que las redes sociales en sí no resultan dañinas para nuestros hijos, la diferencia radica en el uso que se le da a las mismas y el poco cuidado que se tiene al no monitorear y permitirles el acceso a ciertos contenidos e información.
En el caso de los retos como la “ballena azul” donde se pone claramente en riesgo la vida de la persona que lo acepta, es destacable que son ideados por personas con trastornos y enfermedades mentales las cuales propician que un público con ciertas características se interese y lo logran actuando de manera fría y calculadora a la hora de seleccionar a sus víctimas.
¿Es mi hijo una posible víctima?
Como ya hemos dicho, las redes sociales son una plataforma de acceso a todo el mundo y nuestros hijos no son la excepción, por lo que no están libres de recibir cualquier propuesta o conocer a alguien inadecuado por esa vía. La gran diferencia radicara en qué tan fuerte y saludable sea la relación con mi hijo, ¿qué tanto confía en mí? ¿Qué tan sana es su autoestima? ¿Qué tan amado y comprendido se siente? ¿Qué tanto le escucho y me intereso por lo que le pasa? ¿Qué tan importante le hago yo sentir día a día? ¿Qué tanto sé yo cómo le va en el colegio? ¿Con quiénes se junta? ¿Cuáles son sus intereses? ¿Está feliz? Si tomamos todo esto en cuenta es muy difícil que nuestros hijos se vean envueltos en trampa cibernética alguna, ya que quienes caen en ellas son quienes buscan en otros ambientes el sentido de pertenencia, amor y aceptación que no reciben en el hogar y que indiscutiblemente esperan y necesitan.
¿A cuales señales debo prestar atención?
Si notamos que nuestro hijo está distinto, si está irritable o nervioso, se aísla, tiene cambios en su rutina, cambios en su apariencia, su alimentación, los lugares que frecuenta, la forma de arreglarse, si no acostumbra a mentir y descubrimos que lo hace, y si pasa más del tiempo acostumbrado en Internet, entonces necesariamente se debe indagar que está pasando.
¿Qué hacer como padres?
Ante esta y tantas realidades difíciles a las que se enfrentan hoy en día los padres en la lucha para formar hijos saludables lo primero y fundamental será hacerles sentir amados e importantes y esto debe hacerse de forma incondicional, aceptarles tal y como son y no como quisiéramos que fueran.
Un segundo punto son las reglas en el hogar, ya que como sabemos un niño o un adolescente sin límites claros se sentirá siempre desorientado, partiendo del tema en cuestión el uso y el acceso a contenido en las redes debe estar siempre regulado por un adulto responsable.
Un tercer punto es interesarnos por lo que les interesa y conocer cómo piensan, esto favorece mucho a una buena comunicación.
Un cuarto punto es validar sus esfuerzos y logros pero sin hacerles sentir culpables cuando fracasen o cometan un error, sino más bien motivarlos a hacer el cambio necesario y seguir adelante. Esperando que den lo mejor de sí y no que sean perfectos.
El quinto y último punto, es fomentar actividades que fortalezcan la convivencia diaria fuera de las redes sociales y la tecnología, dedicar tiempo a hacer cosas juntos, la diversión y el disfrute de las cosas esenciales de la vida.
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«Déjame Crecer» es una campaña sin fines de lucro que busca orientar, informar y educar a padres, madres, educadores y a la población en general sobre temas que afectan el desarrollo integral de nuestros hijos.
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