Cuando hablamos de relaciones, sentimientos en común y vida en pareja, el corazón no se define como ese órgano imprescindible que bombea sangre por todo nuestro cuerpo, sino como una metáfora asociada con la pasión, los sentimientos, a la piel erizada y a las sonrisas involuntarias que provoca esa persona en nosotras. Por eso, nos planteamos esta pregunta: ¿Amamos con la cabeza o con el corazón?
El psicólogo Víctor Alvarez, docente de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) interpreta las palabras corazón y cabeza por «Amor pasional y Amor racional»:
«Amor pasional existe en el ‘corazón’, ya que ciega tu razón y te hace ver el mundo a través de los ojos de tu pareja, mientras que el amor racional (con la cabeza), es más firme, cambia con el tiempo y no se limita al cuerpo, sino a intereses comunes, a afinidad de gustos, igualdad y/o respeto de religión y otras características».
Otros autores de esta misma área consideran que «en el tablero de la psicología los sentimientos y la razón, juegan al ajedrez y son arbitrados por la cultura». (‘El Amor Inteligente: corazón y cabeza: claves para construir una pareja feliz’ de Enrique Rojas)
Hombres y mujeres respondieron a esta pregunta capciosa. Unos lo tomaron desde el sentido literal. Otros fueron más allá de la razón. El 90% de los hombres encuestados dijo que se ama con la cabeza (refiriéndose al cerebro), solamente uno dijo que se amaba con el corazón, «pues cuando nos enamoramos no pensamos». Un 60% de nosotras dijo que se amaba con el corazón (sentimientos). Un 20% afirmó que con la cabeza y otro 20% que amábamos con las dos: cabeza y corazón.
‘Biológicamente hablando’
El amor se encuentra en el cerebro, exactamente en el hipotálamo, zona que se encarga de segregar dopamina, una sustancia química natural, que nos impulsa a amar; a enamorarnos; a sentir corrientes en milésimas de segundo cuando estás frente a él o cuando recibes un detalle (sin importar la magnitud).
Si el cerebro nos ordena a amar es porque es una necesidad humana inevitable. Lo que nos lleva a la conclusión de que esta mezcla biológica, psicológica y cultural es una de las fuentes para sentir más importantes que puedan existir, sino pregúntenle a Darcy y a Lizzie (de la película Orgullo y Prejuicio).
Es una necesidad hasta cuando de su opuesto hablamos: el desamor. Pero ya esto lo hablaremos en otro artículo.
No podemos cerrar sin conocer tu opinión, ¿con qué amas tú: cerebro o corazón?
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