En la era de las redes sociales, es más fácil que nunca lucir espléndidos en todo momento. Solo hace falta darse una vuelta por las historias de Instagram para encontrar rostros totalmente maquillados, labios voluptuosos, pómulos altos…. desde celebridades, hasta influencers y usuarios, el uso de filtros parece formar parte de nuestra nueva normalidad.
¿Hasta qué punto es saludable aferrarse al uso de estos efectos?
Cuando lo divertido se convierte en algo obsesivo
En el caso de Instagram, el empleo de filtros se ve tanto en las historias, con el uso de realidad aumentada, como en los posts del feed.
Según un estudio de la marca de belleza Dove, una cuarta parte de las mujeres usan filtro en sus fotos antes de publicarlas para no revelar sus cicatrices y estrías.
Encontró, luego de hacer encuestas a 2,000 mujeres, que la cifra se duplica en mujeres de 24 años o menos y el 51% suele alterar sus fotos, ya sea distorsionándola o agregando filtros de perfección.
«Parece inofensivo al principio, pero una pequeña modificación aquí y allá puede convertirse en tendencias obsesivo-compulsivas en torno a la imagen corporal», establece la psicóloga estadounidense Peace Amadi.
El problema recae en el hecho de convertir una herramienta divertida e inofensiva en algo indispensable
«Nuestra imagen corporal describe cómo pensamos y nos sentimos sobre nuestro cuerpo. Esta imagen la vamos formando con lo que aprendemos en casa (cómo nuestros familiares hablan sobre el cuerpo y la apariencia) en conjunto con lo que vemos a través de los medios o redes sociales (imágenes de cuerpos idealizados o poco realistas)», explica la psicóloga Paulina Namnum.
Agrega que los estándares irracionales de belleza que han sido creados por el Photoshop y los filtros resultan en un sentimiento de que «no somos suficiente» y que esas características que nos hacen seres humanos, como la celulitis, manchas, acné, ojeras y demás, deben ser «corregidas».
«Bajo nombres como ‘Beautify‘ y ‘Model Look‘ básicamente nos intentan decir qué debemos tener para vernos ‘realmente bien’.
“Los filtros de Instagram han reemplazado el sentido de la belleza natural (…) esto tiene un impacto porque es muy difícil dejar de compararnos con lo que nos parece, estético, bello, atractivo o perfecto”- Richard, dominicano.
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Estos pensamientos que nos surgen rápidamente y muchas veces de manera inconsciente, pueden parecer inofensivos, pero a lo largo del tiempo podemos empezamos a interiorizarlos, lo que resulta en baja autoestima, ansiedad, depresión y desórdenes alimenticios.
La realidad es que los filtros pueden afectar nuestra salud mental
Comparaciones irreales y peligrosas.
Este es otro de los posibles efectos que genera el uso continúo de las redes sociales.
«Pasamos una gran cantidad de tiempo desplazándonos en redes sociales viendo fotos de amigos, familiares o celebridades que asemejan una realidad inalcanzable», destaca Alejandro Kepp, psicólogo detrás de la cuenta de Simple Psych.
Tomando como referencia un estudio de 2015 sobre la autoedición y la insatisfacción corporal, explica que la desaparición entre la realidad y la fantasía puede «puede desencadenar un trastorno dismórfico corporal (TDC) una condición de salud mental en la que las personas se obsesionan con defectos imaginarios en su apariencia».
«Compararnos la forma en como nos vemos con la de otros es normal(…) Sin embargo, actualmente los rostros/ cuerpos que vemos en las redes sociales pueden estar seriamente distorsionados hasta un punto de mostrarse bastante lejos de la realidad (…) todos estos resultados, son imposible de alcanzar por ninguna cantidad de alimentación saludable o de ejercicio diario».
«Es algo negativo porque cambia tus facciones y te gusta, pero sabes que no es real. Y que no podrás ser como te muestras en el filtro. En mi caso, me hace ver una piel tersa sin marcas, que no es mi caso, y me encantaría no tenerlas y mientras más uso los filtros, más me obsesiono», -Kimberly, dominicana
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Un cambio de cuerpo/rostro
Kepp explica que en los últimos años, algunos doctores han acuñado el término “Snapchat dysmorphia” (distrofia de Snapchat) en la que personas acuden a realizarse operaciones cosméticas para parecer cada día más a sus selfies o fotos con filtros.
Esta tendencia, como reporta CNN, está en aumento y no pretende parar. El medio explica como la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos ve cada vez más casos de personas que llevan fotos editadas de sus propios rostros para realizarse procedimientos.
La red social Instagram, por ejemplo, no ha ignorado la situación. En 2019 decidieron de su plataforma los filtros que simulan una cirugía plástica: esos que te hacen ver los labios más gruesos, pómulos altos o afinan la nariz. «Estamos reevaluando nuestras políticas porque queremos que los filtros sean una experiencia positiva para la gente», expresaron los representantes de la red en su momento.
¿La nueva normalidad?
El fotógrafo británico Rankin en un experimento social pidió a 15 chicas, de 13 a 19 años que editaran sus fotos desde su celular hasta que entendieran que estaban «listas para las redes sociales» y este fue el resultado…
Estas chicas en menos de 5 minutos se editaron y todas coincidieron en modificaciones similares. Hicieron que sus labios fueran más llenos, sus narices más pequeñas, recortaron las líneas de la mandíbula, rellenaron sus cejas y algunas redujeron la cantidad de pecas de su rostro. Estas características van muy de la mano con aquellas que usualmente proyectan los filtros en redes sociales.
“Es un choque de realidades entre quien eres y cómo te muestras” – Jhomar Hernández, dominicano.
¿Eres como te muestras, o realmente muestras quien eres?
Una herramienta para diversificar nuestro contenido
No todo es blanco y negro, existen grises. Así como puede ser algo negativo para muchos, otros han aprendido a sacarle provecho a lo que estos filtros ofrecen, como es el caso de Lia Montás quien nos comparte su opinión sobre el tema.
«Entiendo que los filtros son una buena herramienta para lograr diversidad en nuestros stories, posts, en sí, el contenido que diariamente creamos. No está mal usarlos ni divertirnos con ellos, siempre y cuando estemos conscientes de que son solo eso FILTROS.
«No son parte de nosotros como humanos, no es la realidad, ni nacimos con ellos. Han venido a revolucionar las redes sociales, porque cada vez es más impresionante lo que pueden hacer, pero es más importante que no sean imprescindibles y que siempre nos sintamos cómodos con quiénes somos y en nuestra propia piel.»
«Estos pueden crearnos una idea de alguien que no somos y siempre la versión original será mucho mejor que con filtro».
Como bien dice Lia, los filtros gracias a su variedad de color y contrastes son una buena herramienta para los creadores de contenido. Esto se llama utilizar los instrumentos de forma inteligente sin llegar a la obsesión.
“Los filtros en las redes (…), aunque, según he leído son usados por personas que quizás no están conformes, hacen que sean diversas, que no aburran y entretengan”- Ivonny, dominicana.
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¿Que podemos hacer para proteger nuestra salud mental ante estas situaciones?
Paulina Namnum nos comparte algunos consejos.
- Fijarnos en las cuentas que seguimos en las redes sociales y tomar consciencia de como nos sentimos con respecto a nuestro cuerpo cuando vemos sus publicaciones.
- • Modela un comportamiento positivo en torno a la imagen corporal, comiendo de forma saludable, manteniendote activo/a e iniciando una conversación sobre el cuerpo y sus diferentes formas.
- • Si tu imagen corporal es un tema que te causa mucho estrés, considera hablarlo con una persona de confianza y/o profesional de la salud mental.
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