A menos que la vida te haya enviado a un ángel, es muy probable que sepas de cerca el significado de no dormir luego de ser mamá o papá. Porque, seamos sinceros, los niños pequeños vienen con un interruptor solo de encendido, que pareciera que no se puede apagar para ponerlos a dormir. Sobre todo, esos que ya están entre los 12 y 18 meses que fácilmente duermen primero a los padres cuando estos intentan dormirlos a ellos. Justo ese intento diario, termina en un agotamiento extremo para los grandes.
Entonces, ¿qué hacer? Lo primero es tomar en cuenta la edad del bebé. Evidentemente, un recién nacido necesita dormir más horas que un infante de 18 meses, que tal vez ya está en algún maternal o colegio. Por eso, este escrito se centra en niños que ya pasan del año.
Luego de tener eso último claro, lo que sigue es analizar qué se puede estar haciendo que está interrumpiendo el hábito de que un pequeño o pequeña no duerma. Pregúntate si pones a tus hijos a dormir a la misma hora, bajo el mismo ambiente y, además, cuáles actividades están realizando durante el día y la misma noche.
Y si eres tú quien no puede dormir, lee aquí: Qué hacer en caso de insomnio
¿Por qué? Porque los investigadores de la Universidad Estatal de Michigan aseguran que los niños y bebés que son menos activos durante el día podrían estar durmiendo menos, pues por si no lo sabían, existe un vínculo entre la actividad física y el sueño.
Esto quiere decir que, para aquellos chiquitos que son demasiado activos, dormirse durante la noche tiene que ver con la cantidad de actividad física que realizaron durante el día y lo que realizan previo a acostarse. Y puedes hacer la prueba: llévate a esa “avispita” de caminata larga o a juegos en lo que tenga que utilizar sus extremidades y observa qué tanto se agota y qué tanto duerme.
Ahora bien, independientemente de tu observación; aquí te colocamos algunos consejos que hemos recopilado durante muchas horas de lectura de los escritos de la doctora Laura Markham, autora de varios libros y colaboradora en portales como Mothering.com, Pregnancy.com y Aha! Parenting. Así, con su Ph.D. en Psicología Clínica de la Universidad de Columbia y su experiencia entrenando a miles de padres, nos ofrece algunos tips bien interesantes:
Empieza a reducirles la velocidad
Esto quiere decir que, los niños que han estado corriendo por el apartamento no pueden simplemente cambiar de marcha cuando uno decide que es hora de irse a dormir. Lo ideal es que, las últimas horas antes de acostarse, se le cree una rutina de “reducción de velocidad”… Ya sea un juego que tengan que realizar sentados, una música que los calme, una guerra de besos, etc.
“Las luces tenues en la hora antes de acostarse, así como las rutinas lentas y tranquilas, ayudan al cuerpo de los niños a saber que es hora de dormir. Por ejemplo: bañarlos a las 7:00, estar en la cama a las 7:30 para leer historias y apagar las luces a las 8:00 p.m., hace que sea más probable que se duerma que si se les ponen las pijamas a las 8:00 p.m. y se les apaga las luces”, explica.No pienses que la hora de acostarse en algo rígido
Tampoco pienses en que la hora de acostarse te está tomando demasiado tiempo o en un momento de autoridad. Mejor lleva tu pensamiento a que esta es la mejor parte del día, porque es aquí que tienes tiempo de calidad superior con tus hijos. Pues, el asunto es que los padres suelen llevar el cansancio de su día o las cosas que aún le quedan pendiente a esta hora.
Trata de iniciar tu momento previo de irte a acostar, descansar o leer con el de hacer dormir a tus hijos.
¿Quieres una cama de ensueño? Entonces, después de este artículo lee este otro.
Cambia lo negativo, por lo positivo
¿Qué significa esto? Bueno, que los padres juegan a ser los malos sin dares cuenta. “Hay que dormirse”, “Ven para acá”, “Se acabó el relajo”, “Si no te duermes tú vas a ver”… suelen ser las expresiones más cotidianas. Esto, refuerza un comportamiento opuesto en el que los niños empiezan a resistirse ante la rutina de acostarse.
La mejor manera de evitar esto es que, en vez de ser “los malos de la noche”, se conviertan en los “defensores”. ¿Cómo? Cambiando lo negativo por lo positivo. Para ello, Markham coloca un ejemplo: En vez de decirle “son las 7:15 y te tienes que cepillar para que te acueste ya”, es mejor decir «Mira, son las 7:15 ¡Si te cepillas los dientes, tendremos tiempo para jugar otra ronda de una guerra de besos o para leerte otra historia antes de apagar las luces y quedarnos dormidos y vernos dentro del sueño”. De esa manera, tus niños sentirán que estás de su lado.
No pienses que la hora de acostarse en algo rígido
La doctora señala que hay que tener cuidado con una rutina demasiado elaborada o estricta. Tampoco pienses en que la hora de acostarse te está tomando demasiado tiempo o en un momento de autoridad. Mejor lleva tu pensamiento a que esta es la mejor parte del día, porque es aquí que tienes tiempo de calidad superior con tus hijos.
Pues, el asunto es que los padres suelen llevar el cansancio de su día o las cosas que aún le quedan pendiente a esta hora. Trata de iniciar tu momento previo de irte acostar, descansar o leer con el de hacer dormir a tus hijos.
Haz que rían
Aunque no lo habías pensado, la risa también es esencial. Eso, porque transforma la química del cuerpo para reducir las hormonas del estrés. “A menudo, los niños acumulan ansiedad o un miedo leve durante todo el día y necesitan una manera de dejarlo salir. ¿Por qué tienen que estar ansiosos? Son personas pequeñas en un mundo grande, caótico. Su cerebro aún se está desarrollando, por lo que a menudo se sienten abrumados por las grandes emociones o los grandes aprendizajes que están adquiriendo”, describe Laura en su escrito “5 hábitos preventivos para mantener a su hijo fuera de avería”.
Explica que, afortunadamente, la naturaleza ha diseñado a los humanos con una gran manera de descargar la ansiedad, que es reírse. La risa realmente es la mejor medicina, además de que desencadena las hormonas de unión, por lo que genera confianza.
Cuando le estés reduciendo la velocidad, juega cosas como a sorprenderlos para hacerlos reír o persíguelos por toda la casa. No intentes hacerles cosquillas directa porque, dice Laura, que implica una respuesta fisiológica diferente. Hacerlo, no logra la meta de liberación. Puede funcionar “fingir el cosquilleo”, es decir, amenazar con hacer cosquillas sin hacer contacto.
Explora, analiza y repite
Por último, en su libro “Peaceful Parent, Happy kids” invita a crear una tabla con los pasos de la rutina para irse a dormir. Puede ser con fotos reales de tus hijos o dibujo. Coloca en cada imagen un reloj con la hora. Luego ve haciendo apuntes a las fotos a medida que avanza la exploración de esta rutina. Esto te permitirá hacer ajustes y ver la evolución…
¿Ideas de cubrecamas? Mira esta, hecha por talento local.
Recuerda que, los niños pequeños necesitan dormir lo suficiente para enfrentar los desafíos de desarrollo que llenan sus vidas, desde controlar su temperamento en el patio de recreo hasta mantenerse al tanto de sus propias funciones corporales. Incluso el estrés de despedirse ti cuando llega la niñera, puede ser manejado mejor si la criatura está descansada. Tus hijos no lo saben, que necesitan dormir… Pero tú sí.
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