La pobreza mental empieza por el comportamiento. Es que, en psicología, el hábito es cualquier comportamiento repetido regularmente. Puede ser aprendido, más que innato; lo que quiere decir que nuestras costumbres influencian nuestro estado físico y emocional, además de programar nuestro comportamiento, el cual acaba por definir nuestra vida.
Un ejemplo de esto es que, en nuestro diario transcurrir y a través del mundo de las redes sociales, nos encontramos lecturas que por su interesante contenido captan nuestra atención. Es precisamente por este interesante mundo, que hemos querido hacer ciertas reflexiones y plantear planes de acción de hábitos de los que sería mejor olvidarse:
– La costumbre de autocompadecerse
Las raíces de la pobreza empiezan a crecer cuando surgen la autocompasión y las quejas acerca de lo “miserable” que es tu vida. No tienes la figura que deseas; no tienes los ingresos que querrías; la educación que recibiste no es la que necesitabas, tu casa no es como las que ves en revistas, el clima de hoy no te agrada, el vendedor en la tienda no te escuchó como debía, y todo, absolutamente todo a tu alrededor, puede ser un motivo para sentir lástima de ti mismo y quejarte de tu mala suerte.
Entre tanto, las personas que tienen la costumbre de autocompadecerse van perdiendo la simpatía de quienes los rodean. Para alguien así es muy difícil entablar relaciones personales, que a su vez son muy importantes para forjar una carrera y conseguir un trabajo interesante.
Reflexión: si eres de este tipo de personas, lo primero que debe hacer es asumir que tu actitud es errada y que necesitas ayuda para solucionar esta situación. Si realmente deseas cambiar, intenta por iniciar sustituyendo pensamientos de miseria y pobreza por pensamientos de grandeza. Recuerda: para que las oportunidades lleguen a ti, debes tener la mente abierta para poder recibirla. Esta será tu frase de cambio: «Autocompadecerse es la mejor manera de ganarse un sueldo miserable y tener una vida gris».
– Costumbre de ahorrar en todo
Si en la tienda siempre vas en busca de la sección de rebajas; si piensas que les pagan más a tus colegas del trabajo aunque trabajen menos; si nunca le prestas nada a nadie, ni dejas ni la más mínima propina a los camareros, es señal de que la costumbre de la pobreza ha hecho nido en ti. Los analistas dicen que intentar economizar en todo, está lejos de ser signo de ahorro razonable. Todo lo contrario, es un síntoma de que la persona es incapaz de balancear sus gastos y sus ingresos.
Reflexión: lo importante es mantener un balance en la vida. No todo puede ser ahorro; sin embargo, definitivamente tampoco puede ser el gasto. Uno buen hábito de ahorro incluye pequeños premios que te ayuden a seguir avanzando, sin desmayar en este nuevo esquema de vida que estarás adoptando.
– Costumbre de medir todo en dinero
Sólo las personas en cuyas mentes crece la pobreza, piensan que la única manera de ser feliz es tener un salario con gran cantidad de ceros y que no hay lugar para la alegría si no se tiene ropa cara, casa propia y un automóvil de alta gama. Los sociólogos aseguran que al responder a la pregunta ¿qué necesitas para ser feliz? sólo aquellos con una mentalidad de pobreza empiezan enumerando los bienes materiales, mientras que aquellos con un punto de vista mejor enfocado, mencionan el amor y la amistad en primer lugar. Lo interesante es que este último tipo de personas, rara vez hablan de cuentas bancarias, porque piensan que la riqueza se mide en la capacidad de generar ingresos y tener visión. Una persona verdaderamente exitosa, no depende del tamaño de su saco de oro.
Reflexión: “Lo que más vale del mundo, no se compra con dinero”. Así reza esta frase conocida por muchos y que refleja una de las grandes verdades de la vida. Las cosas que realmente nos hacen felices no se pueden comprar con dinero, como la salud, el amor, la compañía. Esto, no guarda ninguna relación con el dinero, así que contemos las bendiciones de nuestra vida por el amor y salud con la que contemos y no por la cantidad de dinero que tengamos guardado.
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– Costumbre de entrar en pánico cuando el dinero se acaba
Si con sólo pensar que se puede ser parte de la próxima oleada de despidos, el pulso se acelera, eso puede ser un síntoma de una mente programada para la pobreza. La verdad es que el dinero es un fluido que va y viene.
Reflexión: mucho más importante y poderoso que el dinero, es la educación financiera y la forma en que nos manejamos. No nos sintamos atados por un salario, más bien ocupémonos de conocer la forma en cómo funciona el dinero y en aprender todo lo posible sobre educación financiera, pues solo así podremos empezar a acumular riquezas.
– Costumbre de gastar más de lo que se gana
Si trabajas en dos lugares, pero aún así no te alcanza el dinero, es hora de cambiar algo en tu vida. Si una persona no logra entender en qué se diferencia un crédito de otro, lo más probable es que nunca llegue a conocer la estabilidad económica.
Reflexión: no importa cuánto dinero ganes; no importa si es mucho o poco, lo que realmente importa es que puedas ajustar tu vida a tu nivel de ingresos. Mientras más dinero ganes, más gastarás; lo que indica que la problemática no se basa en la cantidad de dinero, sino en el buen o mal uso que estés haciendo del mismo.
– Costumbre de hacer lo que no te gusta
¿Si no lo hago yo, entonces quién lo hará? Los psicólogos afirman que las personas cuyos empleos no les satisfacen, están potencialmente programados para la pobreza y que es lo que podríamos llamar “mala suerte“. La razón está en los sentimientos que se despiertan en la persona, al tener que ocuparse de asuntos que no le gustan. Para desterrar esa costumbre, es necesario hacer, no lo que alguien más necesita, sino lo que más nos produzca satisfacción.
Reflexión: cuando encontramos un oficio que nos apasione y nos haga feliz y que además nos paguen dinero por realizarlo, entonces no trabajemos nunca en la vida. En la vida, estamos de paso; hagamos que ese trayecto sea lo más divertido y feliz posible. Cree en tus sueños, aunque nadie más lo haga.
– Costumbre de no tener una buena relación con las personas de tu familia
Aunque podría parecer que tener malas relaciones con los miembros de tu familia no es algo tan grave, en realidad eso genera una especie de “tabú” mental y un malestar que podría llegar a convertirse en odio. El odio se convierte en amargura y la amargura en pobreza mental, que a su vez no permite ningún tipo de cambio ni perdón.
Reflexión: la inversión más importante que puedes hacer en la vida, es en tu familia. No pierdas un minuto de tu tiempo en dedicar amor, sonrisas, perdón, pues ahí es donde tu alma se hace grande y genera prosperidad en tu vida.
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