Desde antes de llamar República Dominicana a esta porción de la isla de Santo Domingo, el teatro ha jugado una parte crucial de la historia del país. La Dramática, instrumental en la lucha por la Independencia en 1844, demuestra la influencia de las expresiones artísticas en la formación de las sociedades.
La dramaturgia ha sido parte de la historia dominicana desde antes del siglo XIX. Empezando con el sacerdote Cristóbal de Llerena, que al ser presentado su entremés en la Catedral de Santo Domingo en el siglo XVI se convirtió en uno de los padres del teatro en el Nuevo Mundo.
Durante la lucha por la separación de Haití, todos los dominicanos conocen de la participación que tuvo el movimiento teatral La Dramática, que se encargaba de difundir mensajes de carácter político a través de representaciones teatrales.
Con representantes como Javier Angulo Guridi, Ulises Heureaux (hijo) y Salomé Ureña, las obras teatrales dominicanas siguieron evolucionando, aunque lentamente, y en 1946 fu fundada la Escuela Nacional de Bellas Artes, en ese entonces llamada la Escuela de Arte Nacional.
Actualmente, el teatro es un arte relativamente bien establecido en República Dominicana. Existen más de diez teatros en el país, los cuales se mantienen presentando obras durante todo el año, tanto producidas por dramaturgos dominicanos como éxitos de Broadway adaptados para el público dominicano.
Particularmente, el teatro ‘independiente’—aquellas obras de inversión modesta que se presentan principalmente en las salas conocidas de la Zona Colonial—se ha desarrollado en gran medida en los últimos años.
Los festivales conmemorativos han contribuido mucho al establecimiento de estas obras independientes. La exposición a la que se somete el público a exposiciones, debates y puestas en escena que se celebran en honor al mes del teatro cada mes de marzo, han logrado cierto reconocimiento al género.
Sin embargo, el género no deja de encontrarse con dificultades. Como pasa en sentido general con las artes en República Dominicana, la rentabilidad es una problemática pendiente de resolver.
La comercialización al público extranjero a través del sector turismo, la promulgación de una Ley de Teatro (similar a la actual Ley de Cine), o la constitución de una entidad gubernamental encargada de fomentar las artes podrían ser algunas soluciones que contribuirían a impulsar este género de tanta importancia para la cultura dominicana.
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