Mujer 2.0

Francina Hungría, sinónimo de resiliencia

  • 5 abril, 2016
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El autor Antoine de Saint-Exupéry dice en El Principito: solo se ve bien con el corazón,  lo esencial es invisible a los ojos. Esta frase describe perfectamente a Francina Hungría, una mujer que se ha convertido en sinónimo de fortaleza, coraje y resiliencia. 

Fotografías: Roger Ramírez // Entrevistada: Francina Hungría 

Revestida: ¿Qué te define Francina?



Francina: Es una pregunta muy abierta… creo que lo que me define como persona es mi papá y mi mamá, porque soy un producto de ellos dos. Yo diría que la definición de Francina Hungría es que soy hija de mi padre y de mi madre, y de alguna forma pues la influencia que ellos han tenido en mí, los valores que me han inculcado, sus personalidades, se reflejan bastante en mí. Básicamente eso ha imperado durante todo este proceso, el asunto de la unión familiar, ha sido clave para mantener la autoestima que siempre he tenido y mi personalidad. Yo me veo mucho en ellos, mi reacción es de mi mamá, la forma analítica es de mi papá, también como hablo. El amor propio que me han inculcado desde pequeña me ha permitido adaptarme al cambio fácilmente. Y creo que lo que más se ha caracterizado de este proceso peculiar en mí, es precisamente ese, la adaptación al cambio.

R: Luego que llegas a casa y estás lejos de la gente que te rodea cotidianamente y te reencuentras contigo a solas, ¿qué sientes?

F: Bueno… eso es algo muy variable porque hay todo tipo de días. Hay días que son bien alegres, hay otros que son un poquito más románticos, otros más nostálgicos. Por ejemplo, anoche, fue una noche que estaba súper estresada y no pude pegar un ojo, entonces me pongo arreglar gavetas, a pensar en qué haré en el día, en todo lo que tenga en la mente. Uso mucho mi memoria. Hay días que extraño muchas cosas de ver, ahí me pongo un poquito más tristona, llamo a alguien especial y le digo cómo me siento. Pero básicamente, la forma en que yo me reanimo es pensando en todas las bendiciones que Dios me ha dado, y precisamente cuando estoy acostada en mi camita digo: “cónchale papá Dios, mi camita si está cómoda, mi almohada si está cómoda, cuánta gente ahora mismo no tiene esto”. Y eso es una bendición, el poder contemplar las maravillas de Dios todos los días es un privilegio. Básicamente, en mi diario vivir leo mucho, me mantengo actualizada de todas las informaciones periódicas, revistas de moda, de noticias, y también pienso mucho en mis proyectos y pendientes del día a día.

R: Luego de lo que te pasó, has mostrado que continúas confiando en la gente, ¿cómo hiciste para no perder la Fe en la gente y mantener el optimismo en ti?

F: Es que yo creo que no podemos juzgar, a veces, como que escuchamos esa frase y nos parece cliché. Pero es que yo no tengo la potestad de juzgar por qué una persona hace tal o cual cosa si no he estado en la misma situación de esa persona. Entonces creo, que todas las personas, no importa el camino que hayan elegido tienen algo de bondad y tienen algo de maldad. Por ejemplo, digamos que vamos hablar de las personas que me agredieron. Parte de ellos son considerados criminales y están pagando una condena. Sin embargo, ellos todo el tiempo estuvieron acompañados de sus familiares, parejas. Para sus seres queridos ellos no son criminales, entonces pienso que todo el mundo tiene cosas buenas y cosas malas. Ahora bien, eso no justifica que una persona infrinja la ley, cometa un crimen, esas son cosas que tienen consecuencias. Además de todo, en sentido general yo no pienso como la gente piensa que Santo Domingo está lleno de delincuencia no, me parece que es un grupito de personas que lamentablemente se han encontrado con un grupo de personas que permite la impunidad y pueden salir y ser reincidentes. Pero yo si pienso que nuestra sociedad está llena de gente linda, gente buena, solidaria, y un gran ejemplo de eso es como todo el mundo volcó su atención en mí, se identificó conmigo, se hincó en su casa de rodillas a orar por mí. Todo el mundo me metió en sus hogares como si yo fuera un miembro más de la familia, todo el mundo me lo dice. Eso habla muy bien de nosotros como sociedad y por eso no puedo perder la confianza en que tenemos un gran futuro y que podemos cambiar las situaciones que hoy nos aquejan.

R: ¿Desde qué momento, luego del incidente que pasaste, tomaste la situación con fortaleza y no como una víctima?

F: Yo creo que eso se ha venido dando desde un principio y de manera gradual. Digamos que en el momento que yo recibo el disparo y quedo tendida en el piso en un charco de mi propia sangre, pues escucho cuando las personas alrededor mío comienzan a decir: “la mataron, la mataron” y en ese momento dije si no me paro, voy a morir de verdad. Yo me senté y empecé a decir no me morí, por favor ayúdenme. Ya en ese momento pude sacar de adentro las fuerzas para preservar mi vida, porque yo sabía que con la cantidad de sangre que estaba saliendo de mi cuerpo no iba a durar mucho en esa condición. A partir de allí comenzó todo un proceso en el que todo el tiempo yo decía Dios está en control. Aunque a muchos no les parezca, cuando tu mantienes un sentido de fe en un ser supremo, eso te ayuda a tener fe en ti mismo y en que todo va a estar bien. A esperar que las cosas pasen, y que cuando las cosas pasen puedas agarrar y abrazar esas oportunidades. Si estás acongojado, lamentándote de ti mismo, las cosas pueden pasarte por delante. Luego viene todo el proceso de recuperación. Estábamos apegados a la idea de recuperar la vista del ojo izquierdo, y vinieron una serie de cirugías y tratamientos, y yo sentí dentro de mi situación que yo estaba vegetando, que no estaba haciendo algo productivo. Siendo una mujer tan activa yo decía: “wao, estoy perdiendo mi tiempo”. Cuando me invitan ya a iniciar unos entrenamientos para aprender a vivir como una persona ciega, para mi familia eso fue una tragedia aceptar la discapacidad. Pero realmente yo lo vi como una forma de salirme de ese círculo de sufrimiento, salir de la cama y hacer algo productivo. Me dije a mí misma que quizás yo no lo vaya a usar porque estábamos luchando por eso, pero me dije algo voy a aprender y a lo mejor no sea para mí, sea para otra persona. Esa decisión yo creo que fue muy determinante en todo este proceso porque fue cuando yo empiezo a ver un abanico de posibilidades y a perder el miedo. Si hay algo que yo tenía (aunque me repitiera un millón de veces Jesús en ti confío y me hacía un mantra con eso) era miedo, yo tenía mucho miedo de cómo iba a ser mi vida. A veces tenemos miedo a lo que desconocemos, y nunca salimos del miedo, pero si te atreves y das el paso, y descubres una serie de cosas que desconocías y a lo mejor te hacen crecer como ser humano. Entonces creo que precisamente esa actitud de que a pesar de la situación, tú puedes llorar pero llorando de pies, sin perder el tiempo siendo vegetativo sino proactivo. Eso es lo que me permitió descubrir una serie de nuevas posibilidades, nuevos proyectos, nuevas prioridades y un nuevo estilo de vida.

R: ¿Qué ha sido lo más difícil de superar?

F: Yo usé iPhone, viendo, como tres meses. Cuando me entregaron un nuevo iPhone (porque a mí me lo robaron el día del asalto) yo odiaba la voz. Porque yo ahora interactúo con mi celular con el audio y el tacto, pero yo la odiaba y detestaba. Sin embargo, ya hay una conexión tan sincronizada entre el tacto, mi oído y mi cerebro, que a mí me gusta y me fascina, porque yo recibo una cantidad de información de una manera tan rápida. Entonces ese proceso de empezar desde ‘cero’ no solamente en el uso del celular sino para vestirme, bañarme, cepillarme los dientes, comer, caminar… caminar es toda una hazaña, es generar habilidades que tú no tienes. Entonces, en ese momento en el que de repente te ves sin nada, en el que sientes que perdiste todo: tu carrera, independencia, el control de muchas cosas, ese ‘cerito’ que se te pone en la cabeza de perdí todo es algo difícil. Pero, una vez se toma la decisión y una trata de hacer las cosas lo mejor posible, te das cuenta que al fin y al cabo todo el mundo tiene que enfrentar cambios y más en estos tiempos en el que la tecnología va más rápido que nosotros. Cuando una persona, por ejemplo, está trabajando, se siente muy cómoda y de repente le cambian todo el sistema operativo y se siente como que es un fastidio. Hay que tener ese sentido de adaptarse al cambio, pero sé que no es fácil. Para mí la parte más incómoda fue la de soltar el control, porque yo me sentía muy autosuficiente, muy dueña de mi tiempo y ahora tengo que esperar, ser más paciente y hacer las cosas más despacio y distinto a como lo hacía antes. Entonces, soltar ese control para una maniática del control no fue fácil, pero lo vi como la lección más grande que Dios me estaba dando. Porque recuerdo que semanas antes del incidente, yo estaba teniendo una discusión con mi papá y yo le decía “es que usted no puede jugar con mi tiempo, mi tiempo es muy valioso, etc.” Entonces a veces nos enfrascamos tanto en nuestra rutina y trabajo y como dice el refrán “se nos va la guagua” de lo que realmente es importante. Yo creo que Dios me dio esa lección de que a veces hay que soltar un poco en cosas que no nos llenan y mantenernos cerca de las cosas que realmente nos importan. Es eso, el amor de nuestros familiares y un poco el trabajo en equipo que para mí es tan difícil.

R: ¿Qué te da miedo y entristece?

F: Ahora mismo lo que más temo es perder a uno de mis padres. Ese es mi temor más grande. Es algo que me acompaña siempre. Digamos que ese sería el número uno. El número dos sería que a mí o a alguien de mi familia le pueda suceder algo en la calle. Como vemos que hay tantas situaciones y ya yo conozco eso, digo bueno pues en cualquier momento puede pasar. A mí me pasó en Piantini a la 1:00 p.m. en una zona donde habían personas. Le puede pasar a cualquiera. Es un temor que es difícil que yo me vaya a desprender de él, pero básicamente lo que más me atemoriza es la salud de mis padres. Yo recuerdo que hace poco alguien me dijo que quería orar por mis ojos, y yo digo bueno el día que Dios quiera que yo recupere la vista eso va a pasar en un instante a mí eso no me va a detener. Le dije a la persona si quieres pedimos por la salud de mis padres, porque para mí en estos momentos es más importante que ellos puedan preservar sus salud a que yo pueda recuperar la vista.  Es chocante que en el momento en que yo estoy la gente entienda que para ser feliz tú necesitas la vista, para estar completo, pero de verdad si me pones a elegir, elijo eso.

R: ¿Qué significa para ti ser mujer?

F: Mi mamá decía cuando era chiquita que yo era ‘María machito’ porque mi papá quería un varón. Él me compraba carritos a control, tenían un motorcito, y cuando yo ya fui creciendo me gustaba hacer las cosas de ‘varones’. Yo decía, Dios mío que privilegio ser hombre porque el hombre no tiene que afanar tanto como las mujeres. Sin embargo, las mujeres tenemos como tanto, en el sentido de que somos capaces de tener muchísimas facetas, desempeñarlas todas con éxito y ser: una madre incansable, esposa incansable, una profesional, y aparte de eso estar regia. Realmente es admirable cómo la mujer se ha desempeñado, y el hecho de pasar de la dependencia a la independencia sin abandonar el rol en la casa, asumir todos los roles en la sociedad con éxito. Eso es algo que definitivamente demuestra que no somos el sexo débil, y que sé que ningún hombre tiene ni la destreza, ni disciplina, ni el deseo porque son más vagos. No está hecho en una naturaleza. Y aparte, la mujer como tiene ese instinto maternal, tiene una afinidad por el servicio a los demás, y la parte social. Eso es algo que aporta mucho al desarrollo de las naciones porque es un balance entre todas las personas que conforman una sociedad, y que tengamos un mundo donde todas las personas sin importar su condición social, física, económica o de género, pueda participar de una manera libre. Eso se da en el tipo de sociedad donde la participación de la mujer es más marcada. En ese sentido, pues obviamente para mí la mujer en sí significa eso, fortaleza, inagotable deseo de lucha y deseo. Sobre todo andar como un pulpito, en todos lados metiendo la mano y hacerlo bien.

R: ¿Crees que en República Dominicana las mujeres son discriminadas?

F: Completamente. Eso es así. No solamente en el sentido de que sabemos que el 70% de las personas pobres son mujeres. Hay una serie de madres solteras que lamentablemente son las que tienen que encargarse de los hijos, el hogar, etc. Y eso hace que se vaya por el lado de la marginación. Si a eso tú le sumas el hecho de que para un mismo puesto de trabajo no te pagan lo mismo, los trabajos que están pensados para las mujeres son poco remunerados. Todavía nos da mucho trabajo poder llegar a posiciones que tengan incidencia en la agenda nacional. Ya hemos visto que se ha avanzado en ese sentido, pero nos queda mucho camino que recorrer. Sobre todo que esas representantes que han llegado pues que realmente se puedan sentir los cambios. Falta mucho a nivel laboral. Vemos la cantidad de feminicidios que día a día se anuncian en las noticias. Eso es señal de que todavía el hombre piensa que la mujer es un objeto de su propiedad y que puede hacer con ella lo que se le da la gana. El día que la mujer decide otra cosa, pues deciden quitarle la vida. Vivimos en una sociedad muy machista, sin embargo, hemos visto una intención de que esas cosas cambien. Sobre todo, la cantidad de mujeres profesionales que están saliendo ahora de las universidades es un tanto mayor que la de los hombres. Eso asegura que tenemos un futuro en ese sentido y tenemos que luchar por ese sentido.

R: ¿Cuál es el mejor consejo que te haya dado una mujer que puedas compartir?

F: En los primeros días del incidente, a mí me ocurría algo y es que aparte del inmenso dolor que yo sentía, cada vez que intentaba descansar escuchaba en mi cabeza de nuevo el disparo… y volvía a despertarme. Para mí era una tortura estar despierta porque el dolor era horrible, pero no lograba conciliar el sueño por más de unos segundos porque volvía a revivir el momento. Hubo instantes en los que yo dije en voz alta que era mejor estar muerta. Entonces una señora que se llama Mirta Peña me dijo que cada vez que viniera de nuevo ese momento difícil repitiera: ‘Jesús en ti confío’. Cuando ella me lo dijo pensé que ella estaba loca por creer que lo que estoy pasando con eso se va a solucionar. La verdad no tenía otra opción porque estaba en una cama y no sabía qué hacer, y decidí probarlo. Empecé a notar cambios como a la semana. Aumentaron los periodos de descanso, hasta que llegó un momento en que dejé de tener esos pensamientos. 

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R: ¿En qué invierte Francina Hungría sus energías ahora que no ejerce su carrera de ingeniería?

F: Bueno, realmente la ingeniería es algo que pudiera trabajar. No lo estoy haciendo ahora, pero lo pienso porque es algo que ocupa mi mente de cómo hacer para regresar y cómo sería… me emociona esa parte. En estos momentos yo vengo realizando una serie de proyectos desde la Fundación Francina:

– Conformamos la primera Delegación de Beep Baseball, que es un Baseball adaptado a las personas con discapacidad visual.

– Tenemos nuestra Jornada Nacional del Bastón Blanco bajo el lema “Un bastón blanco para cada dominicano con discapacidad visual”.

– Hemos generado la primera aplicación dominicana pensada para una persona con alguna condición física especial add móvil “Identificador audible de billetes de la República Dominicana (IABRD)». Lo que hace es leer los billetes de la denominación dominicana a través de un Smartphone.

– Además de eso, estamos preparando un índice de accesibilidad bancaria para la banca comercial. Eso ha sido una gran problemática para las personas con discapacidad visual el tema de la discriminación en la banca comercial.

– Estamos también con la campaña de ‘Ciudades Accesibles Encuentra el Error’, donde alertamos sobre los peligros y riesgos a los que se enfrenta una persona con discapacidad visual cuando transita por las vías públicas. Básicamente el mensaje que dejamos es ese, que las comunidades son de todos y que tenemos que tener ciudades pensadas para todas las personas.

Tenemos algunos proyectos en carpeta, acabamos de finalizar un taller que se llama “Puntos de vista”, ahí abarcamos tres programas que son: orientación y movilidad, uso del bastón y manejo de tecnología para los computadores (manejo de pantallas, que permiten que una persona ciega pueda usar el computador, generar documentos, realizar tareas, navegar por Internet, etc.).

– Introducimos al país un aparato que se llama Reader Xtream que permite que una persona ciega pueda tener acceso a cualquier documento impreso ya sea un libro de texto, periódicos, etc. Es un aparato del tamaño de un Iphone que le pueden entrar una gran cantidad de información, y con una voz sintetizada te lee la información y con eso estamos satisfaciendo una gran problemática de las persona con discapacidad visual porque el 80% de la información que llega al cerebro es visual. Entonces, sino se poseen esas herramientas alternas no es posible que la persona pueda desarrollarse con sus semejantes, y eso es lo que queremos dar esas herramientas a escuelas, universidades… para que esos usuarios puedan desarrollar las capacidades que se necesitan para formar parte, íntegra, de la sociedad. Yo no quiero más nada que la persona con discapacidad visual reciba el mismo beneficio que yo recibí al momento de tener los entrenamientos.

Le aseguro a la gente, porque lo he vivido, cuando tu no sientes que la limitación física es un obstáculo, tu no dejas de sentirte discapacitado al contrario, te sientes como una persona, tienes mucho que aportar como cualquier otro ciudadano y por ende tienes que ser tomado en cuenta. Yo quiero eso, que no piensen que la discapacidad visual es un obstáculo y que realmente se concentre en desarrollarse y formar parte del avance nuestra nación.

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R: Luego del incidente, ¿en qué momento surge la idea de crear la Fundación Francina Hungría y quienes fueron tu apoyo principal?

F: No lo pensé ni me surgió. Realmente fue algo que surgió cuando yo todavía estaba en cama. Quien me lo sugirió fue una persona que tiene mucha visión, es exitosa y es un empresario. Se llama Peter Wayner, quien es el vice-presidente de la Fundación. Yo simplemente dije, sí ok. Él quería que yo le dijera un nombre y yo no sabía, y al final le pusieron mi nombre. Pero luego que empiezo a entrenarme, él me dijo yo veo como la sociedad está reaccionando a tus apariciones públicas, que pensaba que de mi situación se podía hacer algo positivo, y que esto me iba a causar mucha tranquilidad. Entonces le dije: “ok, Don Peter, no hay problema”. En ese momento no le vi sentido. Quería que anunciara todo eso cuando regresé al país, cosa que no hice. Pero cuando empecé a ver el contraste entre lo que había recibido como primeros entrenamientos y lo que tenemos a nivel local que es abismalmente distante. Lo que hay aquí es prácticamente nulo, pues ya empecé a sentir esa responsabilidad y necesidad de trabajar estos proyectos y de darle un enfoque distinto al concepto que una persona tiene de cualquier condición física. Pensamos que una persona discapacitada tiene que estar triste, que pide dinero, que es un trasto viejo, que no merece salir de su casa, y eso no es así. Por eso me he empeñado por demostrarlo y gracias a Dios que los medios me han dado apoyo y han estado fascinados con lo que he venido haciendo. En ese sentido creo que se han ido rompiendo barreras, quiero seguir rompiendo más, pero al fin y al cabo lo que quiero es que la gente vea que hay otro panorama de la discapacidad. No solamente la sociedad, sino también la misma gente con discapacidad y sus familiares porque tenemos un problema sociocultural tan grande en ese sentido, que existe aquí lo que se llama auto-discriminación. Eso es un paradigma falso que tenemos que romper. Eso se logra empoderándolos.

Para continuar fomentando el empoderamiento en los discapacitados y en la mujer, Francina Hungría ahora se prepara para una nueva etapa: Conferencista motivacional. 

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