Santo Domingo. Formar parte de un grupo y sentir que perteneces son necesidades humanas. Necesitamos a otros para poder vivir. Ahora bien, si ya las relaciones familiares consanguíneas son complejas, imagínate lo difícil que podría ser unirte a un nuevo grupo de personas que tienen una serie de costumbres, hábitos, valores y personalidades distintas a la tuya.
Muchas mujeres se preocupan por agradar a su pareja y se centran en esa persona principalmente, sin entender que cuando nos unimos a alguien, esa persona viene en combo. Así como cuando pides una hamburguesa en promoción y solo puedes pedirla con papas fritas y refresco, pues así mismo vienen esa otra persona y su familia.
¿Qué tal es tu combo? ¿Te has cuestionado? He tenido pacientes en consulta diciendo “la familia de mi esposo no me quiere”, pero ¿y tú les quieres a ellos?
Nuestras relaciones reflejan aspectos de nosotras: ¿qué dice de ti el trato que recibes de esta familia? ¿Cómo les tratas tú a ellos? Es común sentirnos señaladas o juzgadas, pero ¿cómo te estás relacionando con los demás? ¿Les señalas y juzgas?
Quiere a ti misma
Hay muchos prejuicios sociales hacia la figura de la suegra, otra mujer en la vida de tu pareja, de hecho, la primera y la única capaz de ocupar el lugar de dar vida. ¿Has querido ocupar ese rol? La cuñada también puede ser una figura de conflicto en aquellos casos en los que es realmente cercana a su hermano y siente que la pareja le arrebata a ese gran amigo, predisponiéndose un espacio para el conflicto.
Pero algo que quizás no has entendido y te toca trabajar es qué rol estás ocupando en la vida de tu pareja y entender que tienes un lugar único e irremplazable, así como lo tienen tus suegros, cuñados, etc.
Y hemos mencionado a dos figuras femeninas, pero pudiésemos hablar del abuelo, el suegro o un primo: aplica para todos los miembros el cuestionarte por qué no te sientes querida por tu nueva familia y si te estás queriendo tú a ti misma.
Usualmente, cuando cuesta ver el cariño que otros te tienen es porque no has podido ver el que te tienes a ti misma. ¿Qué tal si empiezas por ahí? Por quererte y valorarte tú para no necesitar que otro lo haga. Revisa tu propia relación con tu familia y cómo ha venido funcionando este vínculo en el pasado; y si nada de esto funciona, siempre puedes buscar ayuda profesional.
Contar con relaciones interpersonales sanas es fundamental para el bienestar.
Sobre la autora
Eva Herbert. Psicóloga clínica y máster en Estudios de la Mujer. Apasionada de la feminidad que quiere cambiar al mundo, una mujer a la vez, y fundadora de Beauty Value, la primera plataforma de autoestima profesional en América Latina.
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