Santo Domingo.- En nuestro país nos enseñan desde la infancia a ignorar o reprimir nuestros sentimientos. Una situación que provoca que no podamos tener un manejo correcto de las emociones.
Tanto nuestros familiares como la sociedad nos inculcan frases como: “A mamá no le gusta verte enojado”; “Los hombres no lloran o no sienten miedo”; “una dama no debería alegrarse con esas cosas”.
Frases aleccionadoras que invitan al infante a negar sus emociones. Por eso en la edad adulta escuchamos frases, comunes, que reflejan esta realidad: “Yo no me enojo, soy una persona tranquila”.
Invalidando emociones
¿Qué sucede cuando comenzamos a negar las emociones y a mentirnos? Pues, nos vamos convirtiendo en “analfabetos emocionales”, no logramos reconocer las señales en nuestro cuerpo que indican que estamos experimentando una emoción determinada.
Ignoramos las situaciones que nos pueden estar haciendo sentir tristes o enojados, ya que si me enojo “no estoy siendo una buena persona”.
Al no lograr reconocer qué detona los sentimientos, somos más propensos a ser dominados por nuestras emociones. En ocasiones, esto contribuye a explosiones de ira que culminan en actos violentos o, por ejemplo, desarrollar un estado de ánimo depresivo, al no admitir las primeras manifestaciones de tristeza referente a aspectos de nuestra vida que no nos satisfacen y necesitaran cambiar.
Manejo correcto de las emociones
Por tanto, para poder manejar nuestras emociones (no controlarlas y mucho menos decir “nunca volveré a sentir enojo”), es necesario comprender que estas están presentes en nuestra vida diaria, influyendo en la toma de decisiones, en la comunicación y en cada mínimo detalle.
Un aspecto a considerar es “la funcionalidad de las emociones”. Esto quiere decir que no hay emociones ni buenas ni malas, solo emociones.
Cada emoción tiene una función comunicativa importante y no deben ser negadas. Por ejemplo, el miedo nos advierte de un peligro manifiesto del cual debemos cuidarnos. Evita que nos coloquemos en situaciones que quizás pongan en riesgo nuestra vida y la de otras personas.
Otra emoción que socialmente es considerada como “mala” es la tristeza. Estar triste nos invita a recogernos y reflexionar ante la pérdida de alguien o algo importante, para posteriormente poder adaptarnos correctamente sin esa persona u objeto que perdimos.
Señales emocionales
Entonces, para obtener un manejo funcional de nuestras emociones debemos reflexionar sobre las creencias que nos limitan y entender que cada emoción tiene diversas manifestaciones en nuestro cuerpo, que pueden ser consideradas “señales” de su presencia.
En el caso del enojo, por ejemplo: la presión en la cabeza, sentir el cuerpo caliente o que la “sangre le sube”, una sensación de prontitud, calor en las orejas, se acelera el corazón o pudiera llegar a tener una respiración agitada.
Por otra parte, están las conductas que podemos observar en otras personas que nos indican que están enojadas, como es el tono de voz elevado, la expresión facial, puños apretados.
Para concluir, si deseamos desarrollar nuestra inteligencia emocional y la capacidad de manejar nuestras emociones, es necesario que las aceptemos, las reconozcamos y veamos, a través de su función, qué nos están comunicando cuando las estemos experimentando. Con esto ya estamos dando los primeros “pasitos”.
Sobre el autor
Jean Carlos Santos es psicólogo clínico egresado de la Universidad Católica de Santo Domingo, con especialidad en Terapia Familiar Sistémica, Terapia de Parejas y otras áreas. Forma parte del equipo de psicoterapeutas del Centro Integral Lotus.
Sobre el Centro Integral Lotus
Es un espacio para el bienestar integral del individuo y la familia. Brindan asistencia, evaluación y apoyo en las distintas etapas evolutivas de la persona y el núcleo familiar. A través de un equipo multidisciplinario ofrecen servicios de psicoterapia familiar, infanto- juvenil, individual y parejas. Contactos: [email protected]
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