Cuando estaba en el colegio, tuve un trabajo de medio tiempo en una sala de tareas. En ese tiempo, también andaba mucho con una amiga del colegio y tras unas semanas, ella empezó a trabajar en el mismo sitio. Al principio, todo iba bien, era mi mejor amiga y podíamos comer juntas y jugar con los niños. Al principio, todo iba bien.
Pronto después del ‘principio’, mi amiga/compañera de trabajo empezó a agobiarme. A veces hacía mal su trabajo (y sus tareas en el colegio) y me tocaba ayudarla o hacer las cosas por ella. Quería seguir siendo amiga de esa persona, así que terminé renunciando al trabajo a los pocos meses.
En su defensa, era un trabajo horrible y todavía estaba en el colegio, así que probablemente sólo estaba buscando una excusa para dejarlo. Pero trabajar con mi amiga no ayudó mucho la situación. Muchas veces pasa lo mismo cuando no traemos amigos al trabajo, pero creemos que los hacemos en la oficina.
Para Maureen Henderson, de la revista Forbes, no se pueden formar amistades reales con los compañeros de trabajo (o en mi caso, hacerte compañera de trabajo de una amiga). La naturaleza competitiva del ser humano, y el sistema de jerarquía en la oficina dificulta tener una amistad en la que se pueda discutir abiertamente de temas que fuera de contexto podrían poner tu futuro profesional en peligro.
Por otro lado, un estudio de la Universidad de Lancaster del Reino Unido establece que las mejores amistades que se tienen en la vida adulta, se crean en el lugar de trabajo. Y tiene sentido. La proximidad es uno de los factores que promueven la interacción social y tus colegas no sólo son cercanos porque comparten cubículo o el mismo piso, a veces también lo son en el sentido de que están en tu misma posición o comparten las mismas ambiciones.
Quizás Henderson tiene razón cuando habla de que no se pueden crear lazos íntimos con la competencia, pero también es cierto que nadie entenderá los problemas de la oficina, o las frustraciones con tu jefe, o simplemente lo mala que es la comida de la cafetería, como alguien que vive lo mismo que tú.
Henderson dice que tener una ‘relación de iguales’ con quien es responsable de tu salario, o viceversa, es prácticamente imposible. Igualmente con un compañero que hace lo mismo que tú en el trabajo. Pero hay que insistir: también es imposible no encontrar algo en común, algo que te vincule, con un grupo de personas con las que pasas más de 40 horas en un mismo espacio. Y eso no tiene que ser algo malo.
Superar la disputa competencia-amistad quizás se trate de ver el trabajo de oficina más como un esfuerzo de equipo que como una selva donde se salva el que pueda. Hay que pensar que todos están en un mismo barco, y si se va abajo, es mejor hundirse con amigos.
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