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Para los años 60 se habla por primera vez del minimalismo en arte, moda y decoración. Un estilo sencillo con un uso de colores puros, formas geométricas y basado en lo esencial, como bien indica su término, trabaja con el mínimo.
Hoy estamos viviendo nuevos momentos, estilos de vida diferentes y todo eso se ve reflejado en la decoración y la creación de espacios. Nos estamos viendo atraídos por espacios más prácticos y eficientes, estamos a las puertas de una tendencia a lo práctico y sencillo.
¿Cómo llevamos el minimalismo a nuestros espacios?
Es más que colocar muebles y enseres, es una forma de ver nuestro estilo de vida y eso es lo que nos lleva a hacer cambios físicos en nuestros hábitats. Deshacernos de lo que no nos sirve, de lo que ya no es esencial es el punto de partida. El orden, cada cosa en su lugar, parece que ya es suficiente la selva que vivimos fuera de la casa, cuando llegamos a nuestro refugio necesitamos paz y tranquilidad y eso no lo encontraremos en un mundo desordenado donde el acumular cosas no nos ha dejado espacio para respirar.
Volvemos al Hygge, esa corriente nórdica que nos invita a disfrutar de las estancias de la casa, a diseñar pensando en quién habita y su disfrute. Quedaron atrás los días de tantos corotos y decimos hola a la luz, a encontrar lo que necesitamos porque sabemos dónde está.
Rincones que podamos ver, circulación apropiada, ya no apilamos ni convertimos en álbum de postalitas cada pared de la casa. A la vista lo que se necesita, lo demás guardado en orden.
Hoy es preferible un artículo increíble como una gran alfombra o exquisitas mesas de centro a un montón de mesitas y muebles por aquí y por allá. Vemos una estética basada en la sencillez, no quiere decir que no hay carácter o drama pero no en todo, el diseño minimalista está basado en líneas rectas, depuradas, pero hoy se le agregan pinceladas de color y mezclas de materiales.
Las casas de moda hablan de un guardarropa de solo 33 piezas yo diría una sala con 7, sofá, 2 butacas de espectáculo una mesa de centro y una auxiliar, una alfombra de infarto y una lámpara.
La idea de un nuevo minimalismo es contar con lo que realmente necesitamos, dejar atrás el acumular piezas y cosas solo porque si, si hay valor sentimental en algo que queremos conservar pues a darle uso, a convertirlo en parte de la dinámica del hogar y no solo en una pieza cosmética.
Eso de “menos es más” de Mies Van Der Rohe sigue en pie, pero llega a nuestros días con algunas variaciones pues el neutro y monocromático quedó atrás para darle la bienvenida a un minimalista con color, ahí encontramos el Happy Chic en una versión más divertida. Seguimos en busca de la elegancia con formas sencillas, maderas claras, blanco y claridad. ¿Color? Si, claro, en paredes, atrevidas alfombras y una que otra pieza.
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