Decir no es difícil. Decirse que no a una misma lo es más todavía. Es lo que les pasa a las personas con muchas aptitudes, y con tanta disposición y energía que se ven involucradas en más actividades y trabajos de los que pueden hacer en realidad.
Una comete el error de creerse súper-humana. De creerse que puede más que los demás, de creer que tener tiempo libre sería aburrido o tiempo perdido. Una comete el error de creer que lo que sea que se sacrifique por el trabajo, la carrera y las responsabilidades, no es tan importante cómo llegar a la meta.
Tiene sentido; las cosas que valen la pena requerirán sacrificios, trabajo duro y dedicación. Aprovechar el tiempo es un ejercicio de disciplina y un garante de buenos resultados. Pero hay que saber que sí hay tal cosa como sacrificar cosas de más, y que se puede hablar de trabajar demasiado. Hay que saber que ‘soltar’ no es rendirse, sino enfocarse.
Hay que saber que hay cosas que no se comprometen, que no se sacrifican:
Cosas como tu salud: tienes que estar viva para seguir trabajando, tienes que dormir para despertar al día siguiente y ser productiva.
Cosas como tiempo para ti misma: ¿qué estás haciendo con los frutos de tu trabajo si no los disfrutas?
Cosas como tus relaciones y vida familiar: el camino a la cima es espinoso, difícil, solitario y eterno; a menos que vayas acompañada (no solamente de una pareja).
Cosas como hacer bien lo que de verdad amas: si todo lo que haces “pudiera haber quedado mejor si hubieras tenido más tiempo”, o “si no estuvieras tan cansada”, es tiempo de hacer menos para rendir más.
Cosas como tu bienestar emocional: si te sientes injustamente menospreciada, poco valorada o no tomada en cuenta en uno de los sitios donde trabajas/participas/colaboras, a pesar de que has hablado de cómo te sientes, no estás obligada a martirizarte y sentir que debes ganar a la fuerza el respeto de tus compañeros/as y/o jefes. Renunciar no es perder la batalla.
Cosas como no poder hacer lo que sea que preferirías estar haciendo en este momento: a algunas les funciona dormir cuatro horas al día, a otras abstenerse de interacciones sociales. Algunas aman trabajar más que comer a las horas recomendadas, y algunas sacrifican lavarse el pelo para terminar el reporte anual a tiempo. Está todo bien si funciona.
Pero si todas las veces que piensas en cosas que te gustaría hacer, las dejas para cuando “las cosas estén más calmadas”, o si te sientes culpable de tomar dos horas libres luego de trabajar 12 horas, probablemente estás trabajando demasiado.
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