Te cae mal. Mal. Tan mal que si le pudieras poner acento a mal para énfasis, lo hicieras. Te duele la cabeza ahora que te estás imaginando a esa criatura y aprietas los dientes recordando la última cosa que hizo.
No entiendes por qué no se ha abierto la tierra y se la ha llevado, porque es que no puede ser justo que el mundo (¡el mundo!) esté obligado a aguantar la existencia de este espécimen.
Es que es de verdad que te cae mal.
Lo que más te quita el sueño (además de su existencia en sentido general) es que estás obligada a relacionarte con ‘esa excusa de ser humano’. Sea porque tienen muchos amigos en común, porque trabajan juntos, o porque es un miembro de tu familia (o la de tu pareja), interactuar con esa persona es inevitable.
Probablemente, esa/ese ‘indeseable’ no sabe lo poco que puedes durar en una misma habitación en su presencia. O sí lo sabe, y disfruta de molestarte con acciones pasivo-agresivas que te hacen perder los nervios. Y tú, que estás tratando de «ser la mejor persona» y no arruinar el ambiente, guardas silencio y lo aguantas. Mientras tanto, esos sentimientos te consumen y añaden estrés innecesario a tu vida.
Hay que recordar que al guardar rencores el único que sufre es quien los colecciona, así que intenta mejorar tu relación (o manejar mejor tu ira) con ese otro individuo tomando lo siguiente en cuenta:
Sé cordial, pero mantenlo breve
No estás obligada a fingir que te agrada cuando no es así. Si son colegas en el trabajo, es suficiente con ser cordial para trabajar en armonía. A veces creemos que estamos obligados a tener una buena relación con todos, o no podemos evitar querer instigar peleas, o hallar motivos para incomodarnos con esa persona buscándole conversación. Lo mejor es sacarla de tu mente e ignorarla, habla con ella o él sólo cuando tenga que ver con trabajo. Si es una persona inteligente, se dará cuenta que eso es lo único que buscas en esa relación y hará lo mismo.
No lo analices de más
Están en un grupo de amigos pasándola bien, cuando de repente esa persona hace un comentario sobre tus zapatos delante de todo el grupo: “¡Qué lindos están tus pumps! Casi no se nota que están como rotos en la suela”. Sabes que es ofensivo porque la conoces; siempre estás esperando que te ataque de alguna forma u otra. Si la persona que te cae mal tiene una actitud así de ácida contigo, aprovechando cualquier ocasión para ser desagradable o lanzar indirectas, no respondas.
Apaga tu señal en búsqueda de mensajes subliminales antagónicos y deja que el comentario se pierda. Sonríe y coméntale lo lindo que le quedan los aretes, y dilo de verdad. (O mejor aún, hazle el favor de señalarle lo mucho que te presta atención, le obligará a dejarte tranquila o a afrontarte directamente).
Intenta comprender
Todos somos humanos. Quizá esta persona no esté entre tus favoritas más por sus creencias o moral que por la forma en que te trata. En este caso, lo que toca es ser considerada. Aunque no estás obligada a ser amiga de todos, sí tienes el deber de tratar de comprender a los otros como te gustaría que te comprendieran a ti. Así que la próxima vez que tu jefe mande un odioso correo plagado de faltas ortográficas exigiendo un trabajo de la mejor calidad en el menor tiempo posible, recuerda que es humano, y perdonar se siente divino.
Sé honesta
Lamentablemente, mucha de las personas que nos caen mal simplemente son desagradables; no hay comprensión que valga. Hay quienes tienen la necesidad de empujar los límites personales y con frecuencia instigan una disputa, o buscan lastimar. Con gente así, sé franca. Déjales saber que no te gusta su comportamiento y que preferirías si te dejase tranquila. Suena rudo, sí, pero no se le puede tener miedo a ser ruda con alguien que busca hacerte daño. No es una relación con la que quieras continuar.
*Si nada de ésto funciona, imagínate que están estreñidos todo el tiempo. No da paz mental, pero da mucha risa.
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