Nacer, saber leer, bautizarse, hacer la primera comunión, cumplir años, graduarse, casarse, embarazarse, traer el bebé al mundo y hasta morir. En fin, seguro ni te habías fijado en que todos los acontecimientos importantes de la vida tienen fiestas o rituales… Incluso, hasta revelar el sexo de un bebé… Sin embargo, había uno que nadie había tocado: divorciarse.
Para entender que este tema podría ser sorpresa para muchos, hay que viajar mentalmente al pasado y recordar que el divorcio hasta hace un par de décadas era complejo. Por ejemplo, aunque un esposo o una esposa podían estar felices de separarse, cualquier expresión de felicidad tenía que ser controlada y privada. Claro, más que por no herir sentimientos al otro, era cuestión de mantener la propia reputación y la imagen dentro de la familia y amigos.
Es tal así que, el divorcio era casi un arma de destrucción para artistas, ejecutivos importantes y políticos. Para comprobar eso último, basta con recordar que los candidatos políticos estadounidenses lo evitaron como la plaga por temor a que les hiciera daño en las urnas. De hecho, Ronald Reagan fue el primer divorciado en convertirse en presidente. Por eso, el divorcio de 1949 todavía era un problema durante su campaña presidencial de 1980. “Es un hipócrita”, decían sus detractores.
Pero el tema está cambiando. Ya va quedando un poco en tonos sepias aquella idea que había predominado de que el divorcio era un evento muy triste. Y aunque sigue siendo un trance complicado para muchas de las partes, ya hay quienes se suman a la tendencia de ver el lado feliz de una separación, celebrando el divorcio tal cual celebran cualquier y como una forma de restarle incomodidad al proceso.
Evidentemente, el ambiente de la celebración dependerá mucho de cómo todo terminó. En algunas, que se presente uno de los implicados será casi igual que si lo hiciera un fantasma; pero en muchas otras, es un momento en los que ambos hacen acto de presencia como muestra de que siguen siendo amigos y que se dijeron adiós en buenos términos.
La infidelidad es una de las principales causas de divorcio. Lee:
Hijos en medio de infidelidad
Una forma de aceptar las diferencias y empezar una nueva vida
Poniéndole ejemplos reales al tema, se puede citar el caso del multimillonario Charles Bronfman, cuya riqueza Forbes estimó en 2 mil millones de dólares; y su ex Bonnie que enviaron a sus amigos y familiares cercanos una invitación que explicaba que su «amistad era mucho más fuerte que los lazos que lo ataban al matrimonio» y que por eso querían agradecer a todos por el apoyo.
Adicional, escribieron en la invitación una reafirmación de que era una decisión amigable aclarando que “a medida que cambiamos los parámetros de nuestra relación, nuestra admiración y cuidado mutuo ha sido constante». Añadieron que, tras la celebración de su divorcio esperaban «continuar las buenas relaciones con todos».
No obstante, seguro que más de uno se hace la pregunta de que si esa amistad era tan fuerte, ¿por qué entonces se divorciaron? Sencillo, queridos watsones… Porque hay diferencias inaguantables cuando tienes que seguir compartiendo decisiones con esa persona.
El mismo Bronfman lo detalló: “Nuestras diferencias estaban en todo lo que hacemos. Al principio, pensamos que esas diferencias podrían encajar, pero descubrimos lo contrario. Nuestros gustos, aspiraciones y sueños cercanos eran completamente diferentes. Entonces pensamos, ¿por qué no se lo contamos a nuestros amigos y les agradecemos por ayudarnos a estar juntos?”
Pero, ¿por qué celebrarlo? ¿No es suficiente con comunicarlo? Para los preguntones, algunos de los que ya han hecho fiestas de divorcios espectaculares han declarado que «no se celebra el hecho de haberse divorciado, sino la manera en la que se hace”.
Al menos así piensan Jeff Becerra y Michelle Mahoney, cuya fiesta de divorcio pasó de la vida análoga a la virtual; cuando su propia hija publicó fotos de la ceremonia en Twitter, obteniendo más de 49,000 retuits.
«Divorcio Party», de lo sentimental a lo comercial
Como era de esperarse, cuando algo es tendencia y tiene demanda siempre hay alguien que tiene la visión de comercializarlo. No se sabe a ciencia cierta quién inició las fiestas de divorcios, y tampoco hace falta. La industria del divorcio y los negocios parecen ir viento en popa. Ya hay almacenes para suplir todo lo necesario para las fiestas, reposterías dedicadas a hacer los bizcochos más locos y alusivos, libros y hasta planificadores de hacer que sucedan los eventos.
Por ejemplo, Lois Tarter que es autora del libro «El ritual del divorcio: Levántate, sale y sigue adelante con tu vida», es una «divorce party planner». Según contó al diario «The Huffington Post», la primera vez que organizó un evento para celebrar una separación fue cuando se divorció de su marido. También fue así que descubrió que muchas personas en vez de llorar, quieren salir a divertirse. «Cuando me divorcié, después de que los papeles estaban firmados no tenía idea de qué hacer. Solo quería seguir adelante, reír, divertirme y dejar ir el dolor», contó en una entrevista.
Al parecer le ha ido muy bien, pues ya ha escrito un segundo libro. “Mi nuevo libro se llama “The Divorce Party Handbook: Cómo lanzar una fiesta de divorcio inolvidable”. El mismo está repleto de ideas para menús, juegos, invitaciones, regalos y entretenimiento, “todo para hacer de la fiesta de divorcio una ocasión memorable”, agrega.
Otro negocio de “la nueva industrio del divorcio” son los almacenes británicos Debenham’s, que ofrecen listas de compras, idénticas a las listas de bodas o baby shower. Y hay ms: en Los Ángeles existe una agencia de eventos, Divorce Party Planner, dedicada sólo al asunto.
En esa misma línea, han surgido comercios electrónicos como www.divorcepartyplanner.com y en www.etsy.com también hay elementos para que la fiesta quede bien decorada.
De la psicología al futuro de la industria
Pero, ¿es psicológicamente normal todo esto? Renee Beck, una terapeuta matrimonial y familiar con licencia en California que también hace ceremonias de divorcio, dice que solo hay que pensarlo de esta forma: “El matrimonio se inicia con una energía muy especial. Entonces, para una relación que comienza bien y puede ser un modo de que no termine tan mal; pues puede servir para reconocer lo importante que ha sido la relación, lo que hemos aprendido, lo que nos hemos dado unos a otros».
Por lo pronto, esto apenas comienza, pero no tiene pinta de que pronto llegará a su fin. Las estadísticas sobre el divorcio así lo comprueban. En un estudio publicado en el New York Times, las estadísticas dan cuenta de que dos de cada cinco matrimonios terminan en divorcio. En cuanto a los países de mayores divorcios están Bélgica, Portugal y Hungría como los tres principales. De los que hablan castellano, España se ubica en el lugar 5 y Cuba en el puesto 8 dentro de los diez más destacados.
¿Y los dominicanos? Bueno… según datos de la Junta Central Electoral (JCE) y la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), el 44% de los matrimonios termina en divorcio.
Para afirmarlo, solo hay que ver las estadísticas entre los años 2013 y 2019 que apuntan a que en el país se generaron más de 316 mil matrimonios y unos 140 mil divorcios.
La infidelidad, la falta de responsabilidad con los hijos, la economía y la disminución del afecto son factores que han inducido a que los casamientos terminen en divorcio de parejas. Hay que ver cuánto de los nuevos a registrarse terminarán en fiesta.
Y tú, ¿celebrarías una fiesta de divorcio?
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