«Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar.»
-Gibran Jalil Gibran
La sal es el ingrediente principal de la cocina. No importa lo que prepares, siempre llevará un toque de sal para resaltar su sabor. Por esto es importante aprender un poco más sobre este indispensable de la gastronomía.
El cloruro de sodio, conocido popularmente como sal común puede dividirse en varios tipos, de acuerdo a su procedencia: la sal marina y la de manantial, que se obtienen por evaporación, la sal gema, que procede de la extracción minera de una roca mineral denominada halita y la sal vegetal, que se obtiene por concentración, al hervir una planta gramínea.
La sal proporciona a los alimentos uno de los sabores básicos: el salado, pudiéndolo percibir debido a que en la lengua contamos con receptores específicos para su detección. El consumo de sal modifica nuestro comportamiento frente a los alimentos ya que es un generador del apetito y estimula su ingesta.
Se emplea fundamentalmente en dos áreas: como condimento de algunos platos y como conservante en los salazones de carnes y pescado (incluso de algunas verduras), así como en la elaboración de ciertos encurtidos.
La sal es la única roca comestible y es posiblemente el condimento más antiguo empleado por el ser humanos. Es barata y fácilmente asequible en cualquier tienda o supermercado. El consumidor la encuentra en tres formatos: fina, gorda o en forma de copos (esta última se suele dedicar a la alta cocina). Se comercializa también de dos tipos: como sal refinada, la más habitual, en forma de cristales homogéneos y blancos, y como sal sin refinar, cuyos cristales pueden ser más irregulares y menos blancos.
Existen diferentes denominaciones de sal a lo largo de todo el mundo y diversas variedades dependiendo de su lugar de origen e ingredientes agregados.
Galería: Variedades de sal.
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