Enamórate de alguien que te invite a curiosear, a indagar; alguien que te provoque tema de conversación. Alguien que te inspire crecer, ser mejor.
Alguien que te estimule nuevas ideas.
Enamórate de alguien que te motive a desarrollar proyectos.
Alguien que te llene de propósitos, de planes.
Enamórate de alguien que entienda tus malos humores. Que se anime a compartir silencios, que se haga cómplice de miradas y una que otra mueca de adolescente.
Alguien con quien puedas charlar por horas sin aburrirte.
Enamórate de alguien que te respete, que te acepte y que te adore; alguien que quiera ser por ti y por sí mismo. Alguien que quiera ser por ambos y por los hijos que vendrán, si llegan.
Enamórate de alguien que despierte tu admiración, que te haga sentir orgulloso.
Alguien que no se te imponga ni sepa de la soberbia.
Uno que no piense que lo sabe todo ni que actúe como tal.
Enamórate de alguien que no te haga sentir inferior.
Enamórate de alguien que te haga sentir especial.
Enamórate de alguien que viva y predique valores similares a los tuyos.
Porque la belleza física se esfuma.
La tersura de la piel se desvanece.
El dinero se gasta.
Los amigos se apartan y los hijos se van.
Y cuando todo esto ocurre, solo quedan la experiencia, los silencios, la admiración y los temas de conversación.
Cuando todo lo demás se agota, incluida la pasión loca de la carne, queda el mirarse a los ojos, quedan los proyectos logrados más otros nuevos. Queda el compañero o la compañera, entonces viene un tiempo con cara de oportunidad para vivir un amor distinto, teniendo como base el respeto, la valoración, la admiración y la comunión de valores. Y un amor sustentado sobre esta base, es un amor que se va renovando en cada temporada de la vida.
© Derechos de Autor Gnosis Rivera.-
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