Este jueves 6 de marzo fue celebrada la conferencia/taller «Los verdaderos poderes de la mujer» impartido por la psicóloga autóctona Pilar Fernández, en la Biblioteca Cervantes de Casa de España. El mismo develó las virtudes intrínsecas de cada mujer decidida a romper con los estigmas propuestos por una sociedad y cultura tradicional.
La charla tuvo como meta central, según la expositora, explorar y expresar los estados de conciencia e identidad por los cuales atraviesa la mujer para reconocer aquellos que le proporcionan poderes pasajeros y los que le otorgan poderes trascendentales.
Para lograr esto es necesario, reconocer en qué “cara”, como lo denomina la psicóloga Fernández, o etapa se está.
La primera, “Cara” eterna es aquella que fuimos, que aún somos y llegaremos a ser. Se define como un ser original, inocente, puro e intacto. Es quien somos en esencia. Y porque es verdad nunca puede ser destruida y sobrevive a lo largo del tiempo. En este la mujer tiene espacio para desarrollar acciones a través del cuerpo que son: su subconsciente mediante la personalidad (hábitos, tendencias, recuerdos, cualidades); facultad pensante por medio de la mente (piensa, siente, imagina, forma ideas) y por último el poder de voluntad a través del intelecto (evalúa, razona, decide, discierne, comprende).
La “Cara tradicional”, esta es la formada por nuestros ancestros y sociedad, para proteger nuestra inocencia. Es la primera cara adquirida, está moldeada por los estándares, leyes, reglas, supersticiones, prejuicios y falso orgullo. Es principalmente recordada como aquella que nutre, que guarda sabiduría, quien preserva nuestros valores y los pasa a las futuras generaciones.
La “Cara moderna”, es la que se rebela y reta. Es también llamada cara del descontento. Reconoce las limitaciones de la tradición y e intenta cambiarla, para comenzar nuevos sistemas y modos de vivir y expresar su libertad. La mujer que usa esta cara nunca puede lograr su objetivo pues esta se refugia aún en la tradición y su motor es la semilla del descontento. Está influenciada por elementos externos: ¿Cómo me veo? ¿Qué hago? ¿Cuál es mi posición social? ¿Qué poseo? ¿Qué conocimientos tengo?
Por último, la “Cara del Shakti”, término derivado del hindú que significa poder. Es el estado de trasformación, basada en la sabiduría y poder interno que emerge del propio ser, del autoconocimiento, y de la íntima relación con la Fuente de la Verdad, con el Ser Supremo. Además es considerada como la cara del observador desapegado, que puede crear nuevas maneras puesto que sus acciones proceden de su sabiduría interior, no de lo ya determinado. Muestra la mujer como realmente es, la conexión entre los polos de la fuerza y la gentileza, el amor y la ley, pues los extremos de los valores conllevan a un antivalor.
En ese sentido, es necesario destacar los aspectos que conforman la fuerza interior, que son: Introspección, dejar ir, amor, adaptarse, conocer, discernir, decidir, afrontar y cooperar. Este poder es fundamental para el liderazgo, pues avanzar a terrenos inexplorados requiere de tomar distancia de los antiguos modelos de pensamiento, de ser y de reaccionar. Una mente libre y un mundo interior quieto nos permiten acceder a otros poderes para un liderazgo actual.
Finalmente, nuestros verdaderos poderes son:
– Poder de discernir: Para distinguir lo que es cierto de lo que no, y comprender la verdad de lo que sucede.
– Poder de la claridad: Es confiar en lo mejor de nosotros incluso cuando nos enfrentamos a opiniones adversas.
– Poder de decidir: Seguir tu cauce verdadero con determinación, convicción y humildad.
– Poder de empaquetar o soltar: Es liberarnos de nuestra mente y desatarnos pasado, para no vivir en él.
– Poder de tolerar: Si quiero mantenerme fuerte y feliz no me puedo permitir reaccionar ante todo.
– Poder de aceptar: Aprender a afrontar la realidad, soltar el control y confiar, dejar las cosas fluir.
– Poder de cooperar: Libera y remueve obstáculos, permite que fluya energía y brinda esperanza.
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