Cuando Esther se mira en el espejo, no le gusta lo que ve. Se siente gorda, se siente hinchada, se siente fea. Cuando sale con amigos y amigas come poco, aún cuando éstos insistan en que ha perdido demasiado peso.
Con el bombardeo constante de imágenes que insisten que debemos vernos de cierta forma o actuar de otra, distorsionamos la percepción de nuestra imagen propia, lo que afecta tanto nuestra salud mental como física.
A consecuencia de ésto, muchas y muchos jóvenes hoy en día padecen de anorexia, un trastorno alimenticio que sufren con más frecuencia el sexo femenino, con una relación de 1 hombre por cada 15 mujeres que la padece.
La enfermedad se caracteriza por provocar una distorsión de cómo el/la paciente ve su cuerpo. Relacionan tanto el ser gorda/o con ser feo/a, que se obsesionan con perder peso que muchas veces recurriendo a medidas extremas que impactan los órganos principales, a veces con consecuencias irreversibles.
Eso le pasa a Esther y a muchas otras, quienes reducen hasta el límite la cantidad de alimentos que ingieren, hacen ejercicios en exceso, toman laxantes y diuréticos de forma compulsiva, y en algunos casos, se provocan vómitos después de cada comida.
Según expertos de la conducta, existen varios tipos de anorexia nerviosa, entre ellos:
Tipo restrictivo o típico: se caracteriza por la pérdida de peso se produce a través de dietas distorsionadas que incluyen el ayuno, o ejercicios excesivos sin control.
Tipo compulsivo: en esta recurren con regularidad a los atracones (comer compulsivamente) y luego, para compensar el posible aumento de peso, se provocan el vómito o abusan de laxantes, diuréticos o enemas, muchas veces aunque hayan ingerido pocos alimentos.
Los estudios arrojan que entre el 3 y el 10% de las adolescentes la padecen. Entre el 50 y el 60% de los casos se cura y el resto de pacientes cronifican la enfermedad. La anorexia no es una enfermedad a tomar a la ligera, la mortalidad por anorexia nerviosa es de un 10% entre las pacientes que la padecen.
Es bueno mantenerse en forma, tanto por una cuestión de salud como para sentirse bien en su propia piel. Cuando nos sentimos atractivas/os, el autoestima se eleva y nos llenamos de una confianza que nos hace más productivos y más felices. Pero hay que aceptar (y transmitir a las mujeres y hombres que le hacen falta saberlo) que la apariencia física no es lo que da esa confianza, sino la fuerza de voluntad. La anorexia no es salud, ni autoestima.
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